La deportista de élite ha salido minutos después de las 9:00 horas en aparente buen estado de salud
La alpinista y escaladora Beatriz Flamini abandonaba este viernes la cueva en la que ha permanecido sola durante 500 días a 70 metros de profundidad, en la que ha batido un récord mundial. De esta manera cumple el reto que se propuso cuando decidió vivir este desafío personal, que ha definido como «excelente e insuperable».
Flamini ha salido minutos después de las 9:00 horas con la ayuda de miembros del Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril en aparente buen estado de salud. Con gafas de sol para protegerse la vista y una amplia sonrisa dejaba el refugio bajo tierra que ha sido su hogar durante los más de dieciséis meses que ha durado el experimento.
Entró con 48 años y sale con 50
A primeras horas de la mañana bajaron a la cueva dos espeleólogos y una psicóloga para dar cobertura a la deportista en su salida al exterior, que se ha prolongado unos 40 minutos.
En el exterior de la cueva la esperaban, además de personas involucradas en el proyecto, amigos que, con mascarilla para proteger su salud. La han recibido con un fuerte aplauso, a lo que Flamini, que entró con 48 años y ha salido con 50, ha respondido diciendo que los quiere «un montón» y que se siente «muy agradecida», y ha pedido disculpas y que no tomen en cuenta lo sucedido abajo.
Una vez más calmada, y siempre sonriente, se ha dirigido a los medio allí congregados. «Me gustaría poder ser amable, poder contestaros pero hay una rueda de prensa». «Si me permitís que me pueda pegar una ducha -ha agregado-, que llevo un año y medio sin tocar el agua, nos vemos luego en un ratito».
Ha agradecido además la profesionalidad del grupo de psicólogos, espeleólogos y entrenadores físicos involucrados en el proyecto porque sin ellos, ha dicho, no hubiera sido posible.
500 días sin comunicación
Durante todo este tiempo, ha ido dejando las tarjetas de video que grababa en la zona de intercambio de la cueva programada con los espeleólogos. Allí se producía la entrega de alimentos y retirada de basura sin comunicación alguna.
Esta vivencia forma parte del proyecto «Timecave», que se inició hace dos años. Esta apasionada de expediciones en solitario por las cimas más altas del mundo y experta en autosuficiencia contactó con la productora Dokumalia para plantearle el reto.
La productora ha registrado su vida cotidiana a setenta metros bajo tierra, que grupos de investigación de las universidades de Granada y Almería han seguido de cerca para estudiar cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo, así como los cambios neuropsicológicos que ha conllevado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz natural y el aislamiento cognitivo y social.