Un estudio de la Universidad Carlos III (Madrid), realizado entre adolescentes españoles de entre 11 y 16 años, concluye que la mitad de estos alumnos confunde una noticia con una desinformación (fakes news). El programa ¡Qué Buena Hora! de Canarias Radio, abordó el asunto con Eva Herrero, coordinadora de la investigación cuyo resultado se ha plasmado en una Guía con recursos prácticos, AlfamedESO, que permite a los docentes trabajar de forma transversal la alfabetización mediática en las aulas. La Guía es de acceso gratuito y puede descargarse en la web del proyecto.
La mitad del alumnado de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en España, adolescentes con edades comprendidas entre los 11 y los 16 años, “no es capaz de distinguir una noticia real de un bulo” sobre un mismo tema, según concluye un estudio llevado a cabo por la Universidad Carlos III de Madrid. Sin embargo, la autopercepción de la capacidad para hacerlo es mayor: un 60 por ciento del estudiantado cree que sí sabe identificar una fake news, aunque en la práctica no es así.
La coordinadora de la investigación, Eva Herrero, ha explicado en el programa ¡Qué buena hora! de Canarias Radio que los estudios sobre desinformación se habían olvidado de los adolescentes y jóvenes. De ahí surge el planteamiento de investigar el estado de la cuestión entre este sector de la población. “Hoy en día, cualquier chaval de 12 años tiene el mismo acceso a la Red y al espacio mediático que un adulto”, contextualiza Herrero.
Lo que diga un ‘influencers’
La investigación confirma también que los adolescentes siguen la actualidad en las redes sociales y los influencers son su referencia mediática. Y Herrero reflexiona: “La línea entre opinión e información es, por desgracia, cada vez más fina…Y en el caso de los influencers predomina la opinión frente a la información. Pero los adolescentes les toman como referentes, son sus líderes de opinión. La realidad que creen, y crean, gira en torno a ellos aunque no sepan decir cuál es la fuente de las afirmaciones de sus influencers. Dan por válido lo que escuchan, y punto”.
Aproximarse a esta realidad permite actuar, según la investigadora y docente: “Hablamos de una generación sobre la cual es posible actuar para que aprendan a distinguir opinión de información y esto derive en una ciudadanía más crítica, con más conciencia”. La clave, insiste, pasa por la Educación: “La alfabetización mediática hay que adquirirla en la ESO y no puede depender de la buena voluntad del profesorado”. Como muestra, explica la iniciativa que han impulsado junto a Maldita.es para guiar a los docentes en el proceso de alfabetización mediática https://www.uc3m.es/investigacion/alfamedeso/alfamedESO-maldita
Los resultados de este proyecto de investigación, denominado AlfamadESO y coordinado por Eva Herrero, profesora de Comunicación de la UC3M, se dieron a conocer en una jornada sobre alfabetización mediática celebrada recientemente en el Campus Madrid-Puerta de Toledo de esta Universidad. Una de las principales conclusiones enciende las alarmas: “Los estudiantes entre 11 y 16 años utilizan de forma continua los dispositivos móviles para acceder a Internet, a un caudal ingente de información, sin tener la madurez necesaria para interpretarla”.
El acompañamiento no pasa por vigilar o prohibir, sino por darles recursos y herramientas para que de manera autónoma sepan distinguir la información válida y tengan una visión más crítica de lo que escuchan, ven y leen. No se trata solo de acompañar en la familia, desde las escuelas hay que introducir esta competencia de una manera transversal en todas las materias”, indica la profesora Herrero.
Según este trabajo, casi el 60 por ciento de los estudiantes encuestados afirma que sabe diferenciar entre una noticia verdadera y una falsa (fake news)… “Pero cuando les propusimos cuatro titulares (dos verdaderos y dos falsos), hubo un empate práctico al 50 por ciento entre quienes distinguieron los verdaderos de los falsos”. En concreto, casi un 60 por ciento dio con el titular falso (acertó) en el caso de dos noticias sobre la COVID-19, “pero la proporción se invirtió cuando la noticia era de sucesos, pues el 52,6 por ciento no supo identificar un bulo sobre inmigración ilegal”, apunta Herrero.
¿Periodistas? Ni idea
La práctica universalización del acceso a la información abre la puerta a un caudal de contenido sin precedentes, pero esto no se traduce necesariamente en información de calidad. “El 64 por ciento de los alumnos españoles de Secundaria no es capaz de citar el nombre de un solo periodista, y quienes sí conocen a alguno hacen referencia a profesionales con notable presencia en Redes Sociales, como Jordi Évole o Sara Carbonero”, detalla la investigadora. Un reflejo de la realidad: los referentes mediáticos de los adolescentes no son, salvo contadas excepciones, periodistas o profesionales de la comunicación, a quienes se presupone unos filtros a la hora de transmitir una información contrastada, con fuentes contrastadas y transparentes”. Y si no se contrasta exiten mecanismos de control para denunciarlo.
Estereotipos
Para los adolescentes, la actualidad se sigue en las Redes y la referencia mediática son los influencers. “Las redes más populares en esta franja de edad son Instagram, con un 64,4%, y TikTok, con un 10,4%, seguidas de Whatsapp 9% y YouTube 5%. Hubo encuestados que mencionaron hasta 14 redes sociales distintas y 31 influencers en su menú de consumo mediático habitual”, indica Herrero, quien apunta, además, un sesgo de género: “En las encuestas se mencionan hasta 463 influencers distintos, más del 85por ciento son hombres. Aunque en el Top10 global de influencers aparecen cuatro mujeres (Marta Díaz, Rivers, Paula Gonu y Dulceida), cuando se pregunta sólo a hombres ninguna mujer aparece entre sus influencers preferidas o consultadas, es decir, “la inclusión de referentes femeninos en los primeros referentes de la muestra se debe únicamente a las respuestas proporcionadas por las mujeres”.
Emociones básicas
La relación con los contenidos es superficial e impulsiva, indica la investigadora: “Descubrimos que muchos comparten sin hacer clic en la noticia; sin leerla, les basta con que el titular o la foto ‘llegue’, es decir, que apele a emociones básicas”. Es la impresión mayoritaria en que coincide la Comunidad docente entrevistada para esta investigación, profesorado de centros públicos de toda España, incluidas las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla: “Los estudiantes de la ESO consumen de manera compulsiva material audiovisual pero sin pausa para digerir los contenidos. Esto hace más fácil que se crean todo por falta de capacidad crítica y de buscar otras fuentes. El influencer se convierte así en fuente de autoridad”.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 70% de la población entre 10 y 15 años dispone de teléfono móvil, su principal medio de acceso a internet. Pero la universalización del canal no ha ido pareja al desarrollo de las habilidades que permiten enfrentarse con destreza y sentido crítico a la información masiva que reciben diariamente, que es, precisamente, lo que busca la alfabetización mediática y la razón por la que forma parte del currículo de la ESO.
Guía para docentes
En alianza con Maldita.es se ha creado una Guía para profesores de la ESO en la que proporcionan recursos a los docentes para que puedan trabajar de forma transversal la alfabetización mediática en las aulas. Esta guía está en abierto y disponible en la web del proyecto.
Otras herramientas para defenderse de los bulos o fakes news:
http://www.interior.gob.es/prensa/noticias/-/asset_publisher/GHU8Ap6ztgsg/content/id/11676535