Las aplicaciones de citas se han convertido en un terreno donde se perpetúan las violencias sexuales y se reproducen estereotipos de género. La falta de estudios al respecto ha motivado que la Federación de Mujeres Jóvenes, que preside la canaria Ada Santana, haya elaborado una investigación de las posibles violencias en un entorno de uso tan masivo como la red social Tinder. Santana, invitada esta semana en la sección de igualdad de Buenos Días Canarias, ha afirmado que los resultados del estudio son preocupantes. Un 60 por ciento de las usuarias de la red social aseguraron haberse sentido presionadas para mantener relaciones sexuales. Sin embargo, el porcentaje más preocupante es el de las mujeres que son agredidas sexualmente cuando deciden abandonar el entorno virtual y tener una cita presencial. En ese caso son cerca de un 22% las mujeres que afirman haber sufrido una agresión con violencia.
Un perfil ficticio en Tinder
Esta investigación ha tenido una parte cuantitativa y otra cualitativa. Se crearon para ello dos perfiles neutros en esta aplicación de citas, uno de una chica y otro de un chico con características similares para analizar qué interacciones se producían en uno y otro caso. Ada Santana ha afirmado que desde el primer momento se nota la diferencia y que las mujeres reciben contenido sexual explícito y propuestas que no recibía el perfil masculino. Además pone el acento en la elección de los algoritmos. En el caso de las mujeres jóvenes, la selección que hace el algoritmo en la búsqueda ofrece a las mujeres jóvenes propuestas de candidatos de edades hasta 20 años superiores, mientras que a los hombres no les aparecen mujeres de edades de rango superior. En su opinión, es preocupante también el elevado porcentaje de perfiles vinculados a prácticas BDSM y otros que blanquean la prostitución, como el denominado Sugardaddy.
Educación sexual, la clave
Tras dar a conocer este estudio, la Federación insiste en la necesidad de apostar por una verdadera educación en igualdad que impida que la juventud esté reproduciendo los modelos de relación violentos y desiguales que se ven en la pornografía. Las edades de inicio en el consumo de material pornográfico se ha ido adelantando paulatinamente, hasta encontrarse ya en nuestro país, en el entorno de los 8 años.