El informe alerta del bajo compromiso en consejos escolares y Ampas, con propuestas para fomentar la igualdad, la corresponsabilidad y la implicación real
La presidenta del Consejo Escolar de Canarias, Natalia Álvarez, ha presentado un informe que analiza el déficit de participación educativa en las Islas y propone medidas para mejorarla. Según el estudio, el seguimiento escolar recae mayoritariamente en las madres, que son quienes más acuden a los centros, especialmente en familias de menor nivel socioeconómico. En el 60 % de los hogares, los padres y madres no participan por igual, y solo existen quince asociaciones de alumnado activas en todo el archipiélago.
El informe señala también la débil presencia de los consejos escolares municipales, ya que más de la mitad de los municipios carecen de estos órganos, lo que, sumado a la baja participación en las elecciones a los consejos escolares de centro y la sobrecarga de los equipos directivos, dificulta una representación adecuada y transversal. Para revertir esta situación, se plantea aumentar la publicidad de los procesos participativos, facilitar la creación y funcionamiento de los consejos y regular su actuación con parámetros comunes.

El informe señala que la implicación de los progenitores es mayor cuando se detectan dificultades académicas
En cuanto a la implicación familiar, se destaca que esta aumenta cuando se detectan dificultades académicas o de comportamiento en los alumnos. Sin embargo, la participación en las asociaciones de madres y padres (Ampas) y en las asociaciones de estudiantes sigue siendo baja, aunque hay mayor actividad en ciertos perfiles, como familias migrantes o de menor cualificación. El informe subraya la necesidad de fomentar desde las etapas iniciales metodologías que promuevan la participación, simplificar trámites y garantizar la inclusión de menores de 14 años.

El Consejo Escolar de Canarias recomienda también reforzar la comunicación y colaboración entre los distintos órganos de participación —juntas de delegados, Ampas y asociaciones estudiantiles— y que la promoción de la implicación educativa sea impulsada desde la dirección de los centros y las administraciones locales, con los recursos necesarios para hacerlo viable. Además, se insiste en la importancia de fomentar la igualdad de género en el seguimiento educativo y la corresponsabilidad familiar.
Finalmente, el estudio concluye que la participación requiere una cultura compartida que debe promoverse desde la escuela y la sociedad. Propone fortalecer la autonomía de los centros, dinamizar los consejos escolares, simplificar procesos electorales y mejorar la visibilidad y formación de quienes coordinan la participación, para lograr una gestión escolar más inclusiva y efectiva.