Miércoles, 17 de noviembre, a las 21:30 horas en Canarias Radio
(Redifusión, domingo 19 a las 20:30 horas)
‘Episodios Insulares’ nos invita a conocer la vida y la obra de Agustín de Bethencourt, canario universal nacido en Tenerife y muy desconocido en España, y en Canarias, pese a sus importantes y definitivos inventos. En Rusia, donde pasó gran parte de su vida, hoy día sigue considerado un héroe nacional. Dedicó parte de su carrera a trabajar para el zar Alejandro I de Rusia en la transformación de San Petesburgo. Fue un prestigioso ingeniero y es, de hecho, considerado el padre de la ingeniería moderna.
Fundó la Escuela de Caminos y Canales de Madrid y fundó otra análoga en Rusia; realizó innumerables inventos y máquinas de diverso tipo, como la máquina de cortar la hierba, máquinas de sílex o máquinas de tejer; otros instrumentos como cañones o fábricas de papel moneda; y puentes y edificios con técnicas diversas, que hoy Rusia conserva como patrimonio cultural.
(…) Una vez finalizada su educación en la isla, el joven Agustín de Betancourt se trasladó en 1778 a la Península para abrirse nuevos horizontes profesionales.
En Madrid continuó su formación científica en los Reales Estudios de San Isidro, y la artística, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, bajo la dirección del pintor Mariano Salvador Maella, a quien siempre consideró su maestro. Su prestigio como competente ingeniero y excelente dibujante no pasó desapercibido al conde de Floridablanca, quien comenzó a encargarle tareas profesionales relevantes. La primera de ellas fue realizar una visita técnica a las minas de Almadén, que por entonces eran las más importantes de la Península, ya que su producción de mercurio resultaba fundamental para obtener en América el oro y la plata mediante procedimientos de amalgamación en frío. Fruto de su visita de inspección fueron tres interesantes memorias, fechadas en 1783, que constituyen hoy, tanto por su contenido como por la calidad de los dibujos que en ellas figuran, una de las principales fuentes para el conocimiento de la tecnología minera y metalúrgica (los hornos de “aludeles” constituyen hoy una joya del patrimonio industrial) que se empleaba por entonces.
Primer globo aerostático
Este mismo año (1783), siguiendo los pasos de los hermanos Montgolfier, Agustín de Betancourt lanzó el 29 de noviembre, en la Casa de Campo del infante Gabriel, en presencia de la Corte y de los ministros del Gobierno, el primer globo aerostático que se elevó en España.
En la primavera de 1784, Agustín de Betancourt, recomendado por Floridablanca al ministro de Indias José Gálvez, se estableció en París con el fin de ampliar sus estudios. Se iniciaba así un largo y fecundo período en su vida que abarcó desde 1784 hasta el verano de 1791, con un breve viaje a Inglaterra en 1788. En París dirigió un importante grupo de pensionados españoles que en pocos años reunieron la mejor colección de memorias, planos y documentos relacionados con la ingeniería civil de toda Europa, y que constituirá el fundamento del Real Gabinete de Máquinas.
El don de gentes y la inteligencia de Betancourt le ganaron la amistad de muchos de los grandes científicos e ingenieros franceses de la época, entre ellos Jean-Rodolphe Perronet, innovador en el campo de la construcción de puentes, y director de la célebre École des Ponts et Chaussées de París.
Por encargo del conde de Aranda (a la sazón embajador en Francia), Betancourt redactó en 1785 una Memoria sobre la purificación del carbón de piedra, y modo de aprovechar las materias que contiene, que Aranda envió a Oviedo para que la nueva tecnología se aprovechara en las minas de hulla asturianas; agradecida, la Real
Agustín de Betancourt y Molina | Real Academia de la Historia (rah.es)
‘Episodios Insulares’ entrevista a María Jesús Poza, historiadora y doctora senior de la Universidad de Deusto de Bilbao