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20 abril 2024 3:27 am

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La costa de Veneguera a Guguy aspira a ser Parque Nacional

Representantes de Reservas de la Biosfera conocen la franja costera de Veneguera a Guguy, y esta última zona aspira a ser Parque Nacional

La costa de Veneguera a Guguy aspira a ser Parque Nacional
Imagen del grupo frente a Tasarte, Gran Canaria

Ayer se celebró la XXI Reunión del Consejo de Gestores y Gestoras de la Red Española de Reservas de la Biosfera (RERB) en Gran Canaria. Según el cronista de la Aldea de San Nicolás, Francisco Suárez, destacan la imponente geología de origen volcánico, con algunos valores únicos o escasamente representados en el resto del archipiélago. También la biodiversidad terrestre y marina y el paisaje existencial.

El grupo zarpó del Puerto de Mogán para un recorrido en barco por el lado oculto de la luna de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Es decir, la franja entre Veneguera y Guguy. Este último barranco, además, es llamado a convertirse en el quinto Parque Nacional de Canarias con el impulso del Cabildo.

También se enrolaron en esta travesía representantes de más de cuarenta Reservas de la Biosfera. Dicha coordinación está en manos del Organismo Autónomo Parques Nacionales, encargado de la coordinación del desarrollo en España del Programa MaB de la Unesco.

La actividad volcánica de las islas se inició hace 142 millones de años

En cubierta estuvieron también José Armengol, gerente del Instituto del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y Pilar Pérez, gestora de esta última figura, junto a otras autoridades.

José Mangas, catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, comenzó diciendo que esto no es ni la península ni Baleares, para poner en situación a la audiencia. Afirma que, Gran Canaria es una isla volcánica oceánica asociada a un punto caliente. Por ello, esta isla destaca por su geodiversidad. Dijo así que apenas unos kilómetros mar adentro se alcanzan profundidades de cuatro kilómetros hasta tocar el lecho marino, la litosfera oceánica. Desde allí emergieron las islas a partir de una actividad volcánica iniciada hace 142 millones de años.

Un náufrago petrificado en Veneguera

Al llegar al frente de la desembocadura del Barranco de Veneguera, la vista se posa sobre los restos del muelle de principios de siglo. Además de situarse una colada riolítica, única en todo el archipiélago, según Mangas.

Se suceden a continuación otros Lugares de Interés Geológico, caso de la llamada capa P1, que corresponde al momento en el que aflora la caldera, señaló Mangas. Aquí se concentran varios de los LIG de la isla. Los acantilados superan ya los 400 metros de altura y se tornan más oscuros a partir de Tasarte, lo que habla de su composición basáltica y de su participación en la formación en escudo de Gran Canaria.

Llegada a Guguy, en el corazón del posible Parque Nacional

Queda atrás Tasartico y la embarcación se aproxima a Guguy, zona núcleo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria y que aspira ahora a convertirse en Parque Nacional. El Cabildo ya entregó al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico la propuesta técnica que enmarca su extensión en 3.000 hectáreas de la desembocadura del barranco y otras 7.000 marinas.

En términos geológicos, la propuesta destaca porque ahí están los materiales más antiguos de la isla. Además de por otros elementos singulares, entre ellos, la profusión de los impresionantes diques volcánicos verticales, surgidos en las proximidades de la cámara magmática por la presión de los gases.

En términos biológicos, la propuesta del Parque Nacional se sustenta en tierra por la presencia de una flora acostumbrada a sequedad y salinidad extremas. Con abundancia de cardones, tabaibas y veroles, entre otros endemismos vegetales y animales. Además, con una riqueza florística equiparable o superior en algunos aspectos a los de cualquier otro Parque Nacional de Canarias.

Este litoral titánico desborda las dimensiones de la existencia humana, que pese a ello también dejó su surco con la fuerza de la subsistencia junto a los diques volcánicos que cruzan como cicatrices el rostro pétreo de los acantilados.

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