Algunos establecimientos de la Península incluyen la propina en el recibo a modo de propuesta en un contexto donde priman las nuevas formas de pago
El lince ibérico, el rinoceronte blanco y, ahora, la propina. Las tres están en peligro de extinción.
La llegada de nuevas formas de pago está acabando con esta costumbre social que, para algunos profesionales de la hostelería, supone un extra importante a su nómina, pero no para todos.
Algunos hosteleros aseguran que apenas abarcan un 8% al mes. El datáfono y el bizum hacen estragos. Las monedas ya no ruedan como antes.
En España, hay quienes parecen haber encontrado la solución. Se está intentando importar un hábito muy norteamericano: incluir la propina en la factura. Así lo han hecho en el restaurante La Barra, en Barcelona. Por el momento, la propuesta no entra en los planes ni de los trabajadores ni de los clientes de Canarias.
Los consumidores aclaran: imponer propina es ilegal. «Tienen que avisar antes de incluirlo en la cuenta», asegura el abogado de Unión de Consumidores de España, David Pérez Cano.
Muchos creen que de fondo se busca alcanzar con ellas un sueldo que de por sí ya debería ser digno sin necesidad de gratificaciones.