Sin apenas turismo, las empresas de excursiones pasan por su peor momento. La actividad se ha visto reducida en más de un 90%. Intentan sobrevivir gracias al turismo local
El Parque Nacional de Timanfaya, emblema de Lanzarote, era visitado por el 70% de los turistas que pisaban la isla. Ahora, no hay rastro de ellos.
En una explotación ganadera de Fuerteventura, sin embargo, todos los empleados han ido a ERTE. Ya nadie visita la granja para ordeñar, dar de comer a los animales o hacer sus propios quesos. Dicen que tenían hasta tres excursiones diarias y ahora mismo no tienen nada.
Y aunque con poca actividad las visitas guiada por la ciudad se han posicionado como un reclamo local, como ocurre en Las Palmas de Gran Canaria. La historia tiene curiosidades que muchos desconocen.
En Tenerife, lleva cerrado más de un año Loro Parque, donde siguen mimando a los animales para cuando puedan volver a abrir sus puertas.
En La Palma, hemos comprobado como los taxis que trasladan a los turistas a Los Tilos o a la Caldera de Taburiente reciben a más gente de las islas, pero, dicen, nada ver con otros años.
La vida ha cambiado para todos, incluso, en el mar de La Gomera. Sin embargo, las empresas de excursiones sueñan con volver a volar alto, tan alto como los parapentistas en El Hierro que disfrutan de la libertad.
La Graciosa también ofrece actividades al aire libre. Sus rutas en bici, sus aguas para hacer snorkel o los paseos en barco, se han convertido en la escapada perfecta para los canarios.