El verano dice adiós y el otoño llega con fecha ya fijada para el cambio de horario al de invierno: la madrugada del 26 al 27 de octubre
A pesar de que el mes de septiembre y el otoño son sinónimos de buen tiempo en Canarias, para muchos significa vuelta a la rutina y fin de las vacaciones. Así, aunque a algunos les cueste asimilarlo, ya el verano se despide por este año. Y con su marcha llegan las imágenes de hojas secas en redes sociales, alguna que otra calabaza y también el cambio horario.
¿Cuándo se lleva a cabo el cambio horario?
El otoño comienza el día 22 de septiembre, pero no será hasta la madrugada del 26 al 27 de octubre cuando se lleve a cabo, un año más, el cambio de hora. Durante el horario de invierno los días serán más cortos, por lo que habrá que ajustar tiempos y actividades para aprovechar las horas de luz. Amanecerá y anochecerá antes, dando así por terminadas las queridas tardes de terraceo veraniegas.
Como de costumbre, el cambio horario se efectuará de madrugada. Se atrasará una hora en los relojes y a las 03:00 serán las 02:00. Un ajuste que aunque suele ser automático en los dispositivos electrónicos, debe hacerse manualmente en aquellos que no se encuentren conectados a una red.
¿Qué quiere decir esto? Pues sí, que esa noche dormiremos una hora más.
Este horario durará hasta el último fin de semana de marzo de 2025, cuando se volverá nuevamente al de verano.
¿Desde cuándo?
A pesar de que en 2018 se presentó una propuesta para suprimir el cambio de hora que tiene lugar dos veces al año en la Unión Europea, no se ha tomado una decisión definitiva ni se ha establecido ningún plazo para tomar una decisión al respecto.
Sin embargo, los cambios de hora estacionales existían anteriormente a la Unión Europea como tal. Se implantó por primera vez durante la Primera Guerra Mundial con el objetivo de ahorrar energía y volvió a instaurarse en los 70.
No obstante, el primer acto legislativo de la UE sobre este tema se remonta a 1980, con una Directiva que coordinaba los métodos para contribuir a garantizar el buen funcionamiento del mercado único.
Así, la Directiva actual entró en vigor en 2001, según la cual, el último domingo de marzo todos los Estados miembros cambian su horario al de verano y vuelven al de invierno el último domingo de octubre.
¿Por qué se hace?
En términos prácticos, el objetivo principal del cambio horario es adaptarnos a las horas de luz solar. Por ejemplo, en invierno el sol sale más tarde, por lo que se adelanta la hora de levantarnos y la actividad diaria se desplaza hacia la mañana. Se pretende con ello favorecer la conciliación y también disponer de más horas de sueño.
Por otro lado, en verano, las tardes se alargan porque anochece más tarde, por lo que el margen para llevar a cabo determinadas actividades es más amplio, lo que favorece a las actividades comerciales y turísticas.
¿Cuáles son sus efectos?
En cualquier caso, aparcando criterios económicos, de sostenibilidad y de consumo energético, este cambio horario puede suponer para nuestro organismo un desajuste. Normalmente es un trastoque que no tiene efectos negativos para la salud, dado que esta perturbación entre el ritmo biológico interno y la exposición a la luz natural se resuelve de forma espontánea. Pero hay personas más sensibles al cambio que pueden sufrir alteraciones especialmente en el estado de ánimo.
Uno de los problemas vinculados a este «desorden» es la alteración de los ritmos circadianos, es concreto, de la cantidad y calidad del sueño.
¿Cómo paliar estos efectos y dormir mejor?
Es muy importante mantener un horario regular de sueño, es decir, levantarse y acostarse a la misma hora siempre. Además, es mejor limitar las siestas a periodos de unos 20 minutos y no más para no trastocar más el asunto. Lo sabemos, es difícil, pero se puede. Igual de recomendable es el ejercicio regular, aunque lo mejor es no hacerlo en las horas previas al descanso, ya que hará que suban los niveles de cortisol y (¡alerta spoiler!), te costará más conciliar el sueño.
Por otro lado, el consumo de bebidas estimulantes como el café, el té, refrescos o alcohol está desaconsejado entre las cuatro o seis horas previas al momento de acostarte, así como las cenas copiosas.
Es conveniente cuidar el espacio en el que dormimos y adecuarlo para alcanzar el más placentero descanso. Debe ser un lugar ordenado, oscuro, silencioso y bien ventilado.
Los expertos también suelen recomendar el temido «apagón digital» en las horas previas al descanso. Sí, lo has entendido bien, si quieres dormir bien, debes dejar todos los dispositivos con pantalla, incluido el móvil, la tablet, el smartwatch, el ordenador y la televisión, como mínimo media hora de acostarte. Habrá que volver a leer antes de dormir o a hablar con quien tenemos al lado, ¡qué locura!