Este domingo 27 de octubre adoptaremos el horario de invierno y a las 2 de la madrugada atrasaremos nuestros relojes una hora
Este domingo, durante la madrugada del 26 al 27 de octubre, se llevará a cabo un año más, el cambio de hora para adaptarnos al horario de invierno. Con este nuevo horario, los días serán más cortos, por lo que habrá que ajustar tiempos y actividades para aprovechar las horas de luz. Amanecerá y anochecerá antes, dando así por terminadas las queridas tardes de terraceo veraniegas.
Como de costumbre, el cambio horario se efectuará de madrugada. Se atrasará una hora en los relojes y a las 02:00 serán las 01:00. Un ajuste que aunque suele ser automático en los dispositivos electrónicos, debe hacerse manualmente en aquellos que no se encuentren conectados a una red.
¿Qué quiere decir esto? Pues sí, que esa noche dormiremos una hora más.
Este horario durará hasta el último fin de semana de marzo de 2025, cuando se volverá nuevamente al de verano.
¿Desde cuándo cambiamos la hora?
A pesar de que en 2018 se presentó una propuesta para suprimir el cambio de hora que tiene lugar dos veces al año en la Unión Europea, no se ha tomado una decisión definitiva ni se ha establecido ningún plazo para tomar una decisión al respecto.
Sin embargo, los cambios de hora estacionales existían anteriormente a la Unión Europea como tal. Se implantó por primera vez durante la Primera Guerra Mundial con el objetivo de ahorrar energía y volvió a instaurarse en los 70.
No obstante, el primer acto legislativo de la UE sobre este tema se remonta a 1980, con una Directiva que coordinaba los métodos para contribuir a garantizar el buen funcionamiento del mercado único.
Así, la Directiva actual entró en vigor en 2001, según la cual, el último domingo de marzo todos los Estados miembros cambian su horario al de verano y vuelven al de invierno el último domingo de octubre.
¿Por qué se hace?
En términos prácticos, el objetivo principal del cambio horario es adaptarnos a las horas de luz solar. Por ejemplo, en invierno el sol sale más tarde, por lo que se adelanta la hora de levantarnos y la actividad diaria se desplaza hacia la mañana. Se pretende con ello favorecer la conciliación y también disponer de más horas de sueño.
Por otro lado, en verano, las tardes se alargan porque anochece más tarde, por lo que el margen para llevar a cabo determinadas actividades es más amplio, lo que favorece a las actividades comerciales y turísticas.
¿Cuáles son sus efectos?
En cualquier caso, aparcando criterios económicos, de sostenibilidad y de consumo energético, este cambio horario puede suponer para nuestro organismo un desajuste. Normalmente es un trastoque que no tiene efectos negativos para la salud, dado que esta perturbación entre el ritmo biológico interno y la exposición a la luz natural se resuelve de forma espontánea. Pero hay personas más sensibles al cambio que pueden sufrir alteraciones especialmente en el estado de ánimo.
La psicóloga y secretaria de la junta directiva del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, Tamara Cabrera, explica que, “al anochecer antes, y disminuir por tanto nuestra exposición a la luz, nuestro cuerpo cambia por completo su ritmo produciendo desórdenes del sueño, un mayor cansancio o sensaciones de desconcierto, falsa de concentración y malestar general. Efectos que a su vez desencadenan en un peor estado de ánimo, psicológico y emocional”.
Asimismo, recuerda que no a todas las personas les influye de la misma manera los cambios del entorno, ya que hay personas muy sensibles que acusan muy significativamente, tanto a nivel psicológico como fisiológico, pero otras los sienten en menor medida.
¿Cómo paliar estos efectos y dormir mejor?
Es muy importante mantener un horario regular de sueño, es decir, levantarse y acostarse a la misma hora siempre. Además, es mejor limitar las siestas a periodos de unos 20 minutos y no más para no trastocar más el asunto. Lo sabemos, es difícil, pero se puede. Igual de recomendable es el ejercicio regular, aunque lo mejor es no hacerlo en las horas previas al descanso, ya que hará que suban los niveles de cortisol y (¡alerta spoiler!), te costará más conciliar el sueño.
Por otro lado, el consumo de bebidas estimulantes como el café, el té, refrescos o alcohol está desaconsejado entre las cuatro o seis horas previas al momento de acostarte, así como las cenas copiosas.
“Mantener una actitud proactiva y continuar compartiendo momentos con amigos y familiares hará que la experiencia sea más llevadera. Además, nos alejará del abuso excesivo de las pantallas, algo que también influye de manera negativa en las posibles alteraciones del sueño que vivamos con motivo de este cambio de hora. Igualmente, es importante acudir a un profesional si este malestar se prolonga durante mucho tiempo”, afirman desde el Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife.
También es conveniente cuidar el espacio en el que dormimos y adecuarlo para alcanzar el más placentero descanso. Debe ser un lugar ordenado, oscuro, silencioso y bien ventilado.
Los expertos también suelen recomendar el temido «apagón digital» en las horas previas al descanso. Sí, lo has entendido bien, si quieres dormir bien, debes dejar todos los dispositivos con pantalla, incluido el móvil, la tablet, el smartwatch, el ordenador y la televisión, como mínimo media hora de acostarte. Habrá que volver a leer antes de dormir o a hablar con quien tenemos al lado, ¡qué locura!