Marisol Schmitter tenía trabajo y casa, pero ahora vive en las calles de Las Palmas de Gran Canaria a la espera de respuesta de las instituciones
Desde hace varios meses, Marisol Schmitter vive en las calles de Las Palmas de Gran Canaria. Durante el día se resguarda dentro de una capilla. Reconoce que tiene problemas de salud mental.
Tenía trabajo y casa, pero, desde hace medio año y a sus 66 años, es consciente de su estado de salud mental. «Me siento enferma, pero va por dentro», asegura.
Mientras estuvo en tratamiento con una psicóloga del Ayuntamiento, mejoró. Pero ahora, la situación es muy diferente. «La semana pasada me atacó un grupo que no tiene piedad y que no puede imaginar cómo desde hace muchos meses», lamenta Marisol.
La hostilidad le atrapa ante una situación que no ha escogido. Marisol asevera que «la gente te ataca, no puedes avanzar y te cierran las puertas». Incapaz de acceder a un psicólogo, quiere un entorno seguro que favorezca su desarrollo, seguir un tratamiento y poder valerse por sí misma porque, afirma, «esto no es vida, es un infierno».
Mientras espera respuestas de las instituciones, su presente queda en manos de la solidaridad ciudadana.