Se cumplen 40 años del naufragio que mantuvo en vilo a Canarias durante 8 días, una historia de supervivencia que se recoge en las páginas «De La Restinga a Baltimore, el naufragio del Moncho II»
Cuando el 22 de enero de 1983 tres marineros canarios zarparon de La Gomera a El Hierro, tras comprar el día anterior un barco nuevo en Tenerife, ignoraban que tenían frente a sí ocho días de extrema supervivencia que los llevarían a Estados Unidos. 40 años después, Mara Cavallé rescata su historia en «De La Restinga a Baltimore, el naufragio del Moncho II».
La periodista y escritora Mara Cavallé presentará su homenaje a la particular odisea del patrón del «Moncho II», Manuel Álvarez, ya fallecido, y los marineros José Benito Morales e Inoel Machín el 24 de marzo en el centro cultural «Luis Martín Arvelo” de El Pinar, municipio herreño donde se localiza el pueblo marinero de La Restinga que también es protagonista de esta historia.
La autora tuvo conocimiento de las peripecias que vivieron estos tres pescadores cuando escribía su libro «El hombre y la isla», un documento sobre el histórico presidente del Cabildo de El Hierro Tomás Padrón, y este descubrimiento le impulsó a conocer los pormenores del caso «y escuchar de viva voz su propia experiencia», explica a EFE.
Sobre la obra «De La Restinga a Baltimore»
«De La Restinga a Baltimore», que publica la Editorial Kinnamon, es un relato periodístico en el que se recrean los acontecimientos que llevaron a estos tres marineros al límite de sus fuerzas y a ser salvados «milagrosamente» por un buque argelino cuando ya no tenían esperanzas de ser hallados con vida.
Todo comenzó cuando dos de ellos volaron desde El Hierro a Tenerife para comprar un pesquero y pidieron ayuda a un tercero, el patrón Manuel Álvarez, para navegar el barco hacia la isla, previa escala en La Gomera.
Al zarpar de la costa gomera y cuando ya se aproximaban a El Hierro se paró el motor del «Moncho II», lo que coincidió con la entrada de un episodio de intensos vientos y calima «que los hizo invisibles» para cualquier otra embarcación y los llevó al garete, hasta adentrarse en aguas del Atlántico.
Los tres confiaban en ser vistos. Llegaron a ver cómo sobrevolaban sobre ellos tres aviones y lanzaron bengalas sin ser localizados, pues eran «como una cáscara de nuez entre las olas», detalla Cavallé.
Por entonces ya había comenzado la operación de búsqueda del «Moncho II» con un despliegue de la Armada y del Servicio Aéreo de Rescate, pero sus intentos fueron infructuosos ante la espesa calima y el empuje de los vientos.
Cuando dejaron de ver aviones sobre sus cabezas, los tripulantes del «Moncho II» empezaron a perder la esperanza. Sólo llevaban comida para unas siete horas de travesía y se acurrucaron en el fondo del pesquero, a dejarse morir.
De hecho, el patrón llegó a tirar los cuchillos que había en el barco al mar, pues se acordaba de lo sucedido poco antes en la tragedia aérea de Los Andes y que en una situación así, todos podían «perder la cabeza».
Situación «fatídica» para las familias de los pescadores
Y a todas estas, las familias de los tres pescadores sufrían una situación «fatídica», sin noticias de ellos ni esperanza, con la desazón psicológica de un futuro en el que, entre todos, habría nueve hijos huérfanos de padre. Incluso se llegó a ofrecer una misa por su alma.
Cuando ya sólo esperaban una muerte por inanición los tripulantes del «Moncho II» oyeron un ruido muy fuerte: el motor del buque argelino «Nedroma», de 172 metros de eslora, que los localizó gracias al radar y que, en un gesto inusual porque suponía un desvío de su ruta a Estados Unidos, se aproximaron al pequeño pesquero canario.
De esta manera consiguieron rescatar los tres marineros, que viajaron a bordo del «Nedroma» hasta el destino de su buque salvador: Baltimore.
Allí les tocó en suerte una nevada fortísima, que los mantuvo encerrados en un hotel y que dilató su regreso a España hasta que las gestiones diplomáticas facilitaron su viaje hasta Madrid, donde les esperaba Tomás Padrón, y de allí a Tenerife Sur.
Finalmente, desde el aeropuerto tinerfeño retornaron en una avioneta alquilada hasta el aeródromo de El Hierro, donde prácticamente se había congregado toda la isla para recibirlos.
Reconstrucción de los hechos
Mara Cavallé ha reconstruido cronológicamente los acontecimientos con testimonios de los tres protagonistas, pues tuvo la oportunidad de entrevistar a Manuel Álvarez poco antes de su fallecimiento, además de a autoridades, vecinos, médicos y familiares.
«Mi intención era meter al lector en el ‘Moncho II’ y que sintiese cómo se apoyaron, en esas circunstancias límites, en el amor a la familia y en su fe, principalmente a la Virgen de los Reyes por parte del patrón, Manuel Álvarez, que era natural de La Gomera», explica la escritora.
Y 40 años después a protagonistas y familiares «todavía se les saltan las lágrimas» al recordar lo acontecido, un episodio traumático para ellos y para los vecinos de La Restinga, que entonces contaba con unos 300 habitantes.
El drama del «Moncho II» afectó a todo el pueblo, hasta entonces sumergido en las típicas rencillas y rivalidad por la pesca y que, de repente, vivió una catarsis, un cambio radical que desató la solidaridad. Todos se volcaron con las familias de los pescadores del «Moncho II», inmersas en la desesperación y a las que las vecinas les ayudaban con la comida diaria.
A raíz de estos hechos se cambió la pesca en La Restinga y se incorporaron redes de telefonía en las embarcaciones, que hasta entonces salían a navegar sin ningún tipo de instrumento de contacto con el exterior.
Además, en el muelle de La Restinga una placa recuerda el agradecimiento eterno del pueblo al «Nedroma», el buque argelino que salvó a tres de sus hijos.