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29 marzo 2024 3:55 pm

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El sol de medianoche también mata al virus

A 4.000 kilómetros de nosotros, entre fiordos, paisajes espectaculares y una sociedad menos ‘cariñosa’ que la nuestra, se asoma un halo de luz entre la dura tiniebla sembrada por el coronavirus. En Noruega, potencia en deportes de invierno y venta de petróleo, han hecho tan bien los deberes con la pandemia que su ministro de Salud, Bent Hoie, ha asegurado esta misma semana que, en no mucho tiempo, retornarán a la normalidad. Su economía no se resiente tanto como la nuestra; y, además, su modelo sanitario y de información no ofrece fisuras. Envidia sana.



En Noruega viven poco más de 5 millones de habitantes, algo más del doble de los que habitan en Canarias. Un ejemplo de sociedad del bienestar, con unas rentas per cápita de ensueño y una población que guarda estrechos vínculos con las islas. Un dato: más de la mitad de los extranjeros censados en Mogán, Gran Canaria, han nacido en la tierra del sol de la medianoche. Y no son pocos: unos 2.000 hace menos de diez años, según el censo del Negociado de Estadística municipal. Si han acabado afincándose aquí, ha sido, entre otras cosas, por el clima. En ese marco comparativo, al menos, no perdemos.



Hablando del coronavirus, cerca del Ártico se muestran bastante optimistas con la gestión de la crisis sanitaria, tanto desde ese estricto punto de vista como desde el económico y el social. Si hablamos de números, un informe elaborado por el Departamento de Inversiones y Productos de Singular Bank recuerda que en las economías avanzadas la renta per cápita es de 48.300 dólares al año frente a los 61.000 que se registran en el gélido norte de Europa.



Es un buen punto de partida. Escasa deuda pública, paro reducido, buen control del gasto público… la fórmula es tan sencilla como difícil de ejecutar por otros.



Materias primas



En cuestiones como la competitividad, la innovación, la diversidad o la calidad institucional, se encuentran tan a gusto que la aparición del virus ha supuesto una puesta a prueba que, con todo, no amenaza, aparentemente, su calidad de vida. ¿Sufrirán una recesión económica? Desde luego, pero será más llevadera. Su Producto Interior Bruto (PIB) se frenará con leves descensos, entre el 4 y el 8%. A su vez, su dependencia con el turismo foráneo no será tan clave como en el caso español y canario. ¿La explicación? Las exportaciones de materias primas, con el petróleo y el gas a la cabeza. Noruega es el séptimo exportador de crudo a nivel global. Le aporta el 18% de su PIB.



De hecho, son los primeros en un índice que mide la resiliencia de cada país del planeta. Hablamos de un trabajo de la compañía de seguros FM Global, que clasifica la resistencia del entorno empresarial en 130 países en función de factores como el gobierno corporativo, el entorno de riesgo, la estabilidad política, y la logística y transparencia de la cadena de suministro. Si se estudian estas cifras y la manera en la que cada país ha plantado cara al COVID-19, identificamos las naciones en todo el mundo que tienen una alta probabilidad de mantener la estabilidad y la resistencia durante la crisis. La tierra del rey Harald despunta.



Confinamiento eficaz; manejo sanitario óptimo



En el plano sanitario, las medidas de ‘confinamiento’ parece que han funcionado. A las ocho de la mañana del 16 de marzo, hace casi un mes, cerraron sus fronteras. Un sólo ejemplo de un catálogo de acciones diverso. Los contagios se han ido reduciendo de manera progresiva. Tal es así que ya confían en reabrir en unos días, guarderías, escuelas y peluquerías en un mes. Puede que el 17 de mayo celebren su día nacional por todo lo alto.



Estadística al detalle



La información es poder, en todos los sentidos. Cada día, a la una de la tarde, se publica un informe del Sistema de Vigilancia Noruego para Enfermedades Transmisibles (MSIS). Con ello se conocen todas las cifras, al detalle. Desde el número de personas ingresadas en cada hospital hasta los lugares donde se han producido los contagios; sólo se reserva el nombre del paciente.



Hasta este jueves, sin ir más lejos, contabilizan 6.160 personas con COVID-19, de los cuales 108 habrían fallecido y una edad promedio de 83 años. En cuanto al número de test, ya habrían realizado más de 120.000. Aparentemente, sin el caos vivido en las primeras semanas de crisis en España e Italia.



[img width=600 height=340 align=»left» caption=»Manuel Romero y Mona Furoy. Foto Web RTVC.»]211458_manuelh.jpg[/img]



Testimonios canarios



Por último, desde el punto de vista social, es evidente que al éxito del enclaustramiento ha contribuido su mayor disciplina, con un estilo de vida que se distancia de lo latino y lo mediterráneo. Los saludos son menos efusivos que en contextos más cercanos para nosotros, y es evidente que la climatología ayuda al recogimiento, pero no son témpanos de hielo.



Lo cuenta para la Redacción Web de Radiotelevisión Canaria Manuel Romero, un profesor de Económicas de la ULPGC que hasta finales de enero ha estado viviendo en aquel país gracias a un proyecto de investigación sobre calidad democrática, y su pareja, Mona Furoy, quien este jueves narraba a través de la vía telemática cómo estaba la situación en Horten, su localidad de residencia.



Romero deja claro, de entrada, algunas diferencias. “Allí los ciudadanos confían mucho en su gobierno. No suelen necesitar de decretos ni instrucciones tajantes. Hay mucha confianza”. Una visión que comparte Mona, empleada de la multinacional Konsberg, donde ejerce como jefe de gestión de Servicio al Cliente.



“El Gobierno colabora estrechamente con el Parlamento, y el nivel de comunicación es muy alto. La transparencia les genera certidumbre”. De entrada, el impacto del Covid-19 ha sido bestial, con 400.000 despidos. “Pero bueno, el gobierno les ingresa dinero en cuentas corrientes y el pago de algunos préstamos se han cancelado”, cuenta Romero haciendo las labores de traductor.



Destaca, por encima de todo, lo responsables que son unos y otros: administración y ciudadanos. Los primeros, haciendo test en grandes cantidades nada más detectarse los primeros casos. “En una población de 5 millones de habitantes han hecho 120.000 y en Canarias, con unos dos millones y picos, se han hecho 9.000. Eso da una idea”.



Los segundos, respetando las normas de distanciamiento social y siendo sensatos. Al comienzo de la crisis, muchos aprovecharon para irse a su segunda residencia, pero en cuanto el gobierno les dijo que regresasen a los lugares con mejores infraestructuras sanitarias, no dudaron en hacerlo”.

A todo ello se une que, desde el punto de vista sanitario, Noruega tiene un ratio de sanitarios por habitante muchísimo más alto que el que existe en España. Marca de la casa.



Mona, que trabaja en la nueva patente de un robot que permite limpiar los cascos de los buques sin que sean varados, se muestra por ahora tranquila. En Horten tan sólo se han detectado 22 positivos. La economía no ha sido del todo detenida y eso siempre es una buena noticia.



[img width=600 height=340 align=»left» caption=»Andry Vesga, en Noruega. Imagen RTVC.»]211458_andri2.jpeg[/img]



Y otra que comparte la misma visión es Andry Vesga, una colombiana que lleva décadas residiendo en Las Palmas de Gran Canaria y residió en el pais año y medio. «Son muy disciplinados y eso ayuda mucho», concreta. Una rectitud que no viene nada mal en tiempos de coronavirus.

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