El teatro no solo es espectáculo también puede utilizarse como «terapia para enfrentarnos a la vida», dicen las creadoras del proyecto «Teatro para la vida», a través del que acompañan a los alumnos a afrontar sus emociones y sus miedos

El teatro nos traslada como espectadores a otras realidades, pero también puede ayudarnos a gestionar nuestro día a día sin necesidad de meternos en la piel de otra persona.
Así lo creen la actriz y directora teatral Carolina Lapausa y la psicóloga Chus Algaba, creadoras del proyecto «Teatro para la vida», que nace de la necesidad de ayudar a los demás desde una premisa fundamental: «el teatro es vida y como tal nos puede ayudar a gestionar las emociones y a enfrentarnos a nuestros miedos», ha explicado en una charla con Efe Carolina Lapausa.
Lapausa tiene una larga trayectoria profesional en cine, teatro y televisión. Ha participado en la serie «La Señora», más recientemente en «Estoy Vivo» o en la película «Los Europeos», de Víctor García León.
«El poder terapéutico del teatro»
«Necesitaba ir más allá y construir algo que pudiera ser útil tanto a profesionales como a cualquier persona, con un método que les ayude a desarrollar su personalidad» y fomentar su seguridad ante la vida, argumenta la actriz de la obra «Perdida».
Carolina Lapausa comenzó hace diez años a colaborar con el hospital de día Adalmed, donde imparte clases de interpretación a jóvenes que padecen distintos trastornos en la conducta alimentaria.
«Con ellos he aprendido mucho, fue la manera de darme cuenta del poder terapéutico del teatro» para hacer frente a muchas situaciones de la vida, una manera de buscar recursos «sin dejar de ser tú mismo», porque cada práctica «te ayuda a salir de ti».
El teatro como herramienta de aprendizaje personal
La actriz considera que el teatro puede ayudar a «conocerte mejor» y a buscar los mejores recursos para abrir la mente a decisiones que antes era imposible plantearse.
Cursos de fin de semana, seminarios intensos e inclusivos en los que participan personas de diferentes edades «lo que permite mayor riqueza en la participación», con los que sus organizadoras pretenden dar rienda suelta a la creatividad personal.
Un título es el que guía la experiencia y a partir de ahí, son los propios alumnos los que llevan el texto teatral o una canción para trabajar sobre ello, explica Lapausa.
«Nosotras acompañamos, no dirigimos para que así cada uno tome aquellas experiencias que más le sirvan en su día a día», y reseña que en el taller «Instinto Básico» trabajan con los instintos y tratan de aprender a dirigir los pasos entre la línea que separa los miedos y los deseos.
En «Máscaras» se experimenta sobre la libertad de ir «soltando, precisamente, nuestras propias máscaras» mientras que con «Interpretando», la metodología gira sobre la improvisación y la voz, una manera de ponerse en escena frente a los demás, perfecta para aquellos que tienen que hablar en público.
En «Romeas y Julietos» trabajan la parte «femenina y masculina que hay en cada uno para tratar de reconciliarnos con nosotros y con el mundo», jugando a «enamorarnos» de Doña Inés, la puritana; Romeo, el impulsivo; Don Juan, el seductor; Helena, la entregada; Julieta, la soñadora y Hedda Gabler, la «femme» fatal.
El teatro se perfila así como una herramienta para la diversión y para encontrarnos con nosotros mismos.