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26 abril 2024 6:29 pm

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Dos hombres pierden sus puestos en la Guardia Civil tras falsificar una multa

Los dos acusados redactaron una multa falsa para perjudicar al concuñado de uno de ellos por circular con el vehículo sin el seguro obligatorio

Vídeo RTVC. Informa: Lidia Rodríguez

Dos acusados de falsificar una multa para perjudicar al familiar de uno de ellos han aceptado este miércoles una sentencia por la cual tendrán que dejar sus puestos en la Guardia Civil de San Benito, en La Laguna, así como pagar 8 euros diarios durante tres meses.

El Ministerio Fiscal pedía cinco años de prisión para cada uno y una multa de 8 euros durante 20 meses, pero han llegado a un acuerdo por el que se les impune un año y medio de prisión, si bien no ingresarán en la cárcel.

En este sentido, han aceptado que son culpables de haber elaborado conjuntamente una sanción para el concuñado de unos de ellos por circular con el vehículo sin el seguro obligatorio.

Pero en el boletín apareció que la infracción había tenido lugar a las 18:30 horas, momento en el que el coche estaba en el taller mecánico para su reparación.

Cuando intentaron arreglar ese error elaboraron otra multa que también se demostró que era falsa, ya que aparecía otra fecha pero la misma hora, las 18:30, momento en el que el Guardia Civil no estaba de servicio.

Los condenados aceptan la acusación

Uno de los condenados escribió la denuncia y otro estampó en ella su firma. Después de recibir la primera sanción el familiar presentó el pliego de descargo, y fue entonces cuando los ya exguardias civiles optaron por redactar y firmar el nuevo informe, que resultó ser igualmente falso.

Los ahora condenados aceptan la acusación del Ministerio Público en la que se refleja que cometieron un delito continuado de falsificación de documento público.

Al ser sancionados con un año de prisión perderán esta condición para siempre, y como se trata de una sentencia de conformidad no se celebró el juicio en el que estaba prevista la presencia de la encargada del taller, otros agentes, un sargento de la Benemérita y una calígrafa que debía certificar la veracidad de los boletines.

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