- Biden responsabiliza a Trump por las muertes de la pandemia
- Trump insiste en que habrá una vacuna «para final de año»
El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, ha manifestado este jueves que «todo el peso de la responsabilidad» de las casi 223.000 muertes que ha provocado la pandemia del coronavirus en Estados Unidos debe recaer sobre el presidente, Donald Trump.
Si bien este último cara a cara antes de las presidenciales ha vuelto a contar con enérgicos ataques entre uno y otro, la actitud de los dos candidatos ha distado mucho con respecto al anterior, donde los broncos encontronazos y las numerosas interrupciones marcaron un muy criticado primer careo.
En esta ocasión, con micrófonos cerrados durante cada primera exposición, Biden ha vuelto a acusar a Trump de carecer de un plan para gestionar la crisis del coronavirus y ha calificado su labor de «trágica».
Por su parte, Trump ha anunciado que la incidencia de la pandemia ha decaído en algunos estados del país y ha sugerido paciencia porque la llegada de la vacuna es «cuestión de semanas».
Sin embargo, ante la pregunta de la moderadora, la periodista de la NBC Kristen Welker, Trump ha matizado que estos plazos «no son una garantía», pero confía en que «para final de año» la vacuna esté lista.
Trump ha vuelto a ponerse como ejemplo en relación a la recuperación de aquellos que contraen la enfermedad y ha resaltado que es «inmune», al igual que «cada vez más gente», por lo que ha defendido la necesidad de «aprender a convivir» con la enfermedad.
«La enfermedad pasará. No va a ser ningún invierno oscuro, tenemos el país abierto, estamos comprendiendo la enfermedad», ha aseverado Trump, quien ha dicho que asume su responsabilidad, pero ha incidido en que la llegada del coronavirus a Estados Unidos no es culpa suya, sino de China.
A su vez, ha recordado la gestión de su rival durante la crisis de la fiebre porcina cuando ejercía de vicepresidente y ha cuestionado que tras una labor «desastrosa», en palabras de su propio equipo, pueda ahora decir cómo se deberían hacer las cosas.
Las medidas de confinamiento han vuelto a ocupar parte del debate, en esta ocasión desde la Universidad de Belmont, en el estado de Tennessee, y Trump ha remarcado nuevamente que «no se puede cerrar el país»
«No podemos encerrarnos en un sótano, como Biden», ha dicho un Donald Trump que ha lamentado la «ciudad fantasma» en la que se ha convertido Nueva York. «Estamos hablando de restaurantes que están muriendo, negocios sin dinero».
En cambio, Biden ha abogado por continuar con bares y restaurantes cerrados «hasta que la situación mejore» y ha defendido la necesidad de invertir en las escuelas del país para que los estudiantes puedan retomar sus clases en las mejores condiciones posibles.
El ‘Obamacare’ y su posible eliminación que temen tanto desde el Partido Demócrata con la nominación de la juez conservadora Amy Coney Barrett, ha sido otro de los puntos de un debate, en el que Biden ha defendido «una atención médica asequible», para lo que ha propuesto el ‘Bidencare’, una reforma sobre la actual ley, que contempla una mayor financiación del sistema público de salud.
Trump por su parte ha apelado a uno de los fantasmas que tanto atormentan a una parte de la sociedad estadounidense, el socialismo, y ha asegurado que Biden pretende «socializar» el sistema de salud con la ayuda de su compañera de fórmula, Kamala Harris, de quien ha dicho «es más liberal que Bernie Sanders».
Injerencia internacional
Biden ha tomado la palabra en primer lugar para abordar el bloque de política internacional del debate y se ha mostrado rotundo ante las últimas noticias que se han publicado en relación a un supuesto intento de países como Irán y Rusia de inmiscuirse en el periodo electoral.
«Cualquier país que interfiera en las elecciones va a pagar el precio, están intentando jugar con la soberanía norteamericana», ha dicho Biden, quien ha vuelto a acusar a Trump de seguir los dictados del presidente ruso, Vladimir Putin.
Trump ha respondido a estas acusaciones de indolencia ante Moscú, señalando que la OTAN ha aplaudido su política internacional en relación al apoyo armamentístico que ha dispensado a Ucrania, a diferencia, ha dicho, de cuando Biden era vicepresidente, cuando se produjo la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Ambos se han acusado de haber recibido dinero de otros países, como China, Ucrania, o Rusia. Biden ha asegurado que por eso Trump no ha presentado todavía sus declaraciones de la renta, mientras que el presidente estadounidense ha afirmado que su rival ha recibido 3,5 millones de dólares de la mujer del exalcalde de Moscú, a través de su hijo Hunter.
El otro país que ha tomado protagonismo en el cara a cara ha sido Corea del Norte. Si bien Biden ha acusado al republicano de permitir el rearme de las autoridades de Pyongyang, Trump ha defendido que las gestiones de su administración han evitado una guerra que habría costado «miles y miles de millones de muertes».
«Hubo un período muy peligroso durante mis primeros tres meses antes de que resolviéramos un poco las cosas. Nos dejaron un desastre», ha dicho Trump.
Cuestionado por su ‘amistad’ con el líder norcoreano, Kim Jong Un, a quien Biden ha calificado de «matón», Trump ha asegurado que «tener una buena relación con los líderes de otros países es algo bueno».
«Tengo una muy buena relación con él, es un tipo diferente, pero probablemente él piense lo mismo de mí. Tenemos un tipo diferente de relación, pero es muy buena relación», ha afirmado.
Racismo en Estados Unidos
En el bloque sobre la cuestión racial, la moderadora Kristen Welker ha pedido a Biden que se dirija a todas esas familias que no son de raza blanca y que en algún momento han tenido que preparar a sus hijos ante un posible encuentro con la Policía.
«Nunca he tenido que decirle a mi hija que si tiene que pararse en un control de tráfico ponga ambas manos en la parte superior del volante y no se acerque a la guantera porque alguien podría dispararle», ha apuntado Biden, quien ha reconocido que existe en Estados Unidos «un racismo institucional».
Por su parte, Trump ha asegurado que es «la persona menos racista» que había durante ese momento en la sala de conferencias de la Universidad de Belmont y ha afirmado, como ya hiciera durante la campaña, que es el presidente que más ha hecho por la comunidad afroamericana, salvo con «la excepción de Abraham Lincoln», como demuestran sus políticas de justicia penal, o de financiación de las universidades históricamente negras.
A su vez, ha respondido a los ataques de su oponente sobre su supuesto racismo, recordándole como apoyó una reforma de la ley contra el crimen de 1994 que significó un encarcelamiento récord de ciudadanos afroamericanos.
En materia de inmigración Biden ha reconocido los errores cometidos durante la Administración Obama en este sentido y ha prometido que en caso de ser elegido presidente, durante los cien primeros días, enviará al Congreso una propuesta para otorgar la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados que viven en el país, que están en torno a los once millones.
A su vez ha criticado a Trump por promover que centenares de niños hayan sido separados de sus padres en la frontera, a lo que el presidente estadounidense ha respondido que muchos de esos menores llegan al país a través de las bandas del crimen organizado y de los cárteles y que su Gobierno se esfuerza «mucho» en resolver este problema que, ha contraatacado, Biden solucionó construyendo jaulas.