En los cuatro municipios más grandes de Canarias se contabilizan 74 cancelaciones, cifra que casi se dobla en los registros civiles. En los juzgados, la ley sólo obliga a celebrar enlaces en el estado de alarma cuando uno de los novios está en riesgo.
La crisis del coronavirus ha aplazado más de 200 bodas en toda Canarias en poco más de mes y medio, según los cálculos realizados por este medio tras consultar con la Iglesia, los ayuntamientos de los municipios más grandes y la administración de Justicia.
A la espera de tiempos mejores, la pandemia ha dado al traste con muchos banquetes. Sólo en Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Telde se contabilizan 74 cancelaciones. En ocasiones, impuestas por los propios consistorios y, en la mayoría de los casos, decididas por los contrayentes habida cuenta de que el acto sólo se podría celebrar con novios, testigos y poco más.
La pregunta que muchos se han venido haciendo estos días es si están permitidas las bodas bajo el estado de alarma. La respuesta es “depende”. Aquellas que ya tenían realizados los trámites del Registro Civil podían rematarse en los ayuntamientos siempre y cuando estos accediesen y se cumpliesen las normas de seguridad. Por contra, en los partidos judiciales se han paralizado estos procesos, siguiendo el Real Decreto 463/2020 del 14 de marzo.
Esta normativa estableció que debía asegurarse la expedición de licencias de enterramiento, las inscripciones de nacimiento en plazo perentorio y la celebración de matrimonios comprendidos dentro del artículo 52 del Código Civil. Son aquellos casos en los que uno de los contrayentes se encuentra en situación de riesgo de muerte y quieren formalizar la unión ante lo que pueda venir. A las parejas les preocupa quedarse sin pensión o con problemas sucesorios en un trágico final ya conocido (enfermedades terminales).
A vista de municipios
Una circunstancia que, en el caso del Registro Civil de Las Palmas de Gran Canaria, que es el que atiende a un mayor número de población en el archipiélago, no se había producido al acabar abril.
El Gobierno ha seguido permitiendo la celebración de bodas católicas y en los ayuntamientos, y aquí ha habido de todo. En el plano religioso, ha imperado la suspensión. Es lo que comentaba el vicario general de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera. “La inmensa mayoría de las bodas conllevan celebración y en estas condiciones no se puede llevar a cabo”.
En las corporaciones locales, algunas como la de Santa Cruz de Tenerife han suspendido directamente las ceremonias. En Las Palmas de Gran Canaria y Telde, se ha dejado a criterio de los novios. Así, se han producido algún que otro casamiento. Eso sí, a ‘puerta cerrada’.
En Santa Cruz de Tenerife se cancelaron 15 matrimonios previstos entre el 20 de marzo y el 15 de mayo. Tres más que estaban fijados hasta julio se han retrasado. El número de aplazamientos aumenta cada día.
En un periodo similar, en La Laguna el volumen de expedientes paralizados ha sido de 14, mientras que en Telde son 13 los expedientes. Eso sí, durante el estado de alarma en la ciudad de las faycanes se han dado el ‘si quiero’ dos parejas. Por último, en Las Palmas de Gran Canaria los enlaces que se han dejado para mejor ocasión son ya 32.
Los rostros de los afectados
Rebeca Nave y Alexander Rivas, ambos de 27 años, se iban a casar en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife el 8 de mayo. El virus les ha hecho retrasar sus planes hasta octubre. En su caso, por cuestiones de disponibilidad, la celebración iba a tener lugar antes de la firma, en abril.
Tenían también previsto otro acto íntimo en una ermita de la isla, en Las Vegas, sacerdote incluido. Pero llegó la pandemia y mandó parar. “Teníamos la finca ya reservada, con fianza de 500 euros, las fotos de la preboda hechas, el traje del novio comprado y su despedida de soltero celebrada, mi tía estaba empezado a hacer el mío… y apareció esto”, comenta Rebeca sin perder el ánimo.
El Ayuntamiento les dio nueva fecha, el 2 de octubre -hay lista de espera- y con el lugar de celebración han logrado postergar la fiesta hasta el 17 de abril de 2021. Cuenta Rebeca que ella es la que peor lo ha llevado por haber estado organizando muchas cosas, “pero ya llevamos diez años y queremos dar este paso tan importante”. No piensan rendirse por mucho Covid-19.
De ceremoniales entiende mucho Andrés Álvarez Viñoly, uno de los bedeles más veteranos de Telde. Sus cifras asustan: “Llevo 36 años en el consistorio y calculo que habré trabajado en un millar de bodas”.
Lo suyo es gusto y vocación. “Me gusta ayudar al ciudadano y una boda es muy bonito. Es muy difícil no emocionarse”, dice tras repetir, a modo de mantra, qué es lo que hace un conserje en un acto así. “Abrir puertas, acondicionar salón de plenos, comprobar megafonía, preparar mesa del concejal y de firmas, poner atril, flores, el expediente de la boda, la música, subir primeros a las invitados, recibir al novio en el coche, luego ir a por la novia…” No parecía tanto.
Guarda Viñoly muchas anécdotas. “Desde poner rock hasta ser el que arranca con los aplausos, ejercer de fotógrafo, remendar un traje de novia a última hora, hacer de padrino o ver cómo hay gente que lleva fotos de sus familiares fallecidos para que no se pierdan el enlace. Ahora todo está parado”, resume no sin dejar de recordar que en un acto así también se movilizan a otros funcionarios que no son tan visibles, como la Policía -“para cortar momentáneamente el tráfico”- o el personal de limpieza porque en Telde es tradición realizar dos o tres enlaces seguidos y todos merecen su momento de lluvia de arroz.
En Las Palmas de Gran Canaria hablamos con Carla Campoamor, concejala de Juventud, 30 años y un buen historial de enlaces desde que debutó en el Consistorio en verano. “Llevo más de diez y el último enlace fue distinto: sólo estábamos los necesarios”, concreta.
El Ayuntamiento suele utilizar el Salón Dorado de las Casas Consistoriales para oficiar bodas, como la que protagonizaron Fernando y Margarita hace días.
La más llamativa que ha presidido fue de una pareja, en septiembre, que acudió al himeneo con zapatillas de deporte. “Ellos y sus invitados”, rememora entre risas.
Por último, desde el Registro Civil de Las Palmas de Gran Canaria, su magistrada titular advierte de que el papeleo para poder casarse se inicia en el ámbito judicial. “Cuando vienen los interesados ya en la solicitud indican el lugar dónde quieren unirse: Registro Civil, Ayuntamiento o ante notario”, explica. La documentación tarda unos tres meses, de media, en estar lista.
En su caso, la media de bodas oscila entre 10 y 12 a la semana. La pandemia ha traído un parón, pero la idea es reanudar las citas siguiendo un orden de antigüedad. No descartan recurrir a la cita previa para atender a los futuros matrimonios, y tampoco desdeñan la opción de que se celebren enlaces más de un día a la semana y por la tarde. Sólo aquí calculan que han tenido que paralizar del orden de 45 matrimonios al mes.
Si la desescalada continúa, los vítores alegrarán los salones de pleno antes de verano.