En el municipio de Vallehermoso, en el noroeste de La Gomera, una sencilla ruta nos lleva hasta la fuente misma de la que mana la leyenda de Gara y Jonay: Los Chorros de Epina
En el caserío de Epina apenas viven 10 familias y la actividad principal es la agricultura. Paseando entre casitas de piedra y barro, el tiempo se detiene y el mito acecha en cada rincón
Epina es un pequeño caserío perteneciente al municipio de Vallehermoso, al noroeste de la isla de La Gomera. Un conjunto de apenas 20 casas y alpendres que, a día de hoy, permanece vinculado a la agricultura, con unos cuantos terrenos cultivados de papas, uvas y millo. Las casas, hechas muchas de ellas de piedra y barro, conservan aún el encanto de antaño y algunos de los tejados rozan los dos siglos de antigüedad.
Justo en el límite noroeste del Parque Nacional de Garajonay y el monumento Natural Lomo del Carretón, a unos metros por encima del caserío, se llega hasta los legendarios Chorros de Epina, una fuente de agua con siete caños a la que rodea el mito y que ha tenido un papel importante en la cultura y también en la economía de la isla.
Y es que el poder curativo que la leyenda atribuye a esta fuente y a sus propiedades curativo-amorosas, es un reclamo turístico que da dinamismo a la zona y forma parte del legado cultural gomero. En los últimos años la escasez intermitente de agua ha generado cierta polémica y mucha magua, tras siglos manando, según cuentan, de forma ininterrumpida.
Lo cierto es que el origen de este manantial es un «naciente de agua surgida en el contacto entre los basaltos horizontales de edad pliocena y los basaltos del flanco norte del estratovolcán mioceno«, tal y como explica en la Guía Geológica del Parque Nacional.
Un reducto de palmeras y monteverde
A día de hoy apenas viven 10 familias, el caserío está prácticamente deshabitado, aunque hace unos 40 años llegaron a residir aquí más de 100 vecinos. Toda la zona está rodeada por sabinares, palmerales y monteverde.
Adentrándose en el bosque que rodea al caserío y caminando a través de un sendero de laurisilva, se llega a la fuente de Epina, por la que el agua del manantial fluye atravesando siete caños tallados en madera de brezo.
Se cuenta que, hasta donde llega la tradición oral, la gente adinerada del casco urbano mandaba a sus criadas a buscar agua a estos chorros por sus cualidades sanadoras.
Para garantizar que efectivamente habían acudido hasta lo alto del monte a buscar el agua, las nobles terratenientes exigían como evidencia a sus sirvientas llevar también una hoja de aderno del árbol que allí había.
‘Si bebes de los siete caños te casas en un año’
Cuenta la leyenda que coincidiendo con la celebración guanche del Beñesmén o del Año Nuevo, las jóvenes en edad casadera acudían a los chorros de Epina para conocer su destino en el agua, pues en ella se podía leer si alguien encontraría el amor verdadero.
Una de ellas fue Gara, princesa de Agulo (que significa agua) y la protagonista de la Leyenda canaria por excelencia. La princesa gomera del Agua acudió acompañada de otras jóvenes aborígenes de La Gomera a contemplar el reflejo de su rostro y tratar así de descifrar su destino amoroso.
Ermita de San Isidro Labrador, patrón de los agricultores
La imagen de San Isidro Labrador, patrón de los agricultores, fue donada a la parroquia de San Juan Bautista de Vallehermoso por un vecino, don Manuel Moral Roldán a principios del siglo XX. Durante un tiempo permaneció custodiada hasta que se encontró un lugar donde levantar una ermita que cobijara al santo entre el monteverde de Epina.
Según se extrae de la información testimonial de los vecinos recogidas en el libro ‘Vallehermoso y sus ermitas (religiosidad popular)‘ de Blanca Reyes Fernández Fernández, la ermita no se inauguraría hasta mayo de 1961 ó 1962.
Antes de la covid, este lugar fue siempre escenario de, al menos, dos fiestas al año. El Día del santo patrón de los agricultores y otra con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen.
Una ruta por los alrededores de Epina
Eepina es paso de diferentes senderos que van hacia la cuenca norte o hacia los pueblos de Alojera y Tazo, también en la vertiente noroeste de la isla y atravesados por el Parque de Garajonay y el Monumento de Lomo del Carretón.
Este último es un acantilado situado entre los 450 y los 850 metros de altura, una franja de terreno acantilado de gran valor paisajístico que se extiende desde Arure hasta los altos de Epina, referente de las poblaciones de Taguluche y Alojera.