El encuentro en La Fonteta, séptima derrota seguida de los de Fisac les deja sin opciones de alcanzar el torneo de Granada
Un imponente Valencia Basket arrolló este viernes al Gran Canaria en un partido atrasado de la décimo sexta jornada que desniveló en la primera parte con una estructura de tres ’grandes’ y que supuso su clasificación matemática para la Copa del Rey y la ratificación de su firme candidatura a ser cabeza de serie y que dejó a su rival sin opciones de estar en el torneo de Granada con su séptima derrota seguida.
El encuentro arrancó con un ágil intercambio de canastas en el que el Gran Canaria se hizo con la iniciativa del marcador gracias a la facilidad anotadora del canadiense Dylan Ennis pero sin conseguir activar el factor Artem Pustovyi, porque los locales se cerraron bien sobre él. Pero el cambio de estructura del Valencia, con Xabi López-Arostegui de escolta y Louis Labeyrie como alero, alteró el guión y tres triples seguidos del francés generaron un parcial de 12-0 que noqueó a los visitantes (23-17, m.10).
El Gran Canaria subió la agresividad de su defensa para tratar de reequilibrar el encuentro y aunque logró cortar la fluidez ofensiva de los locales no recuperó la suya por la buena labor del Valencia en su canasta y la ventaja local volvió a crecer con un nuevo triple de Labeyrie y otro del esloveno Klemen Prepelic. Los de Porfi Fisac empezaban a desesperarse ante su incapacidad para anotar y lo pagaron con una técnica por protestar (40-24, m.17).
Leyeron los locales la debilidad de su rival y trataron de finiquitar el encuentro antes del descanso. Dos nuevos triples, esta vez de Mike Tobey y del islandés Martin Hermannsson, llevaron la renta local al umbral de los veinte puntos. Un par de acciones de un Ennis algo egoísta no lo evitaron (50-30, m.20).
El descanso sirvió al Gran Canaria para cambiar de cara. Con Sergi Martínez de base y Ilimane y Khalifa Diop como pareja interior aumentó su agresividad pero el Valencia no perdió la calma, circuló con inteligencia el balón, aprovechó la necesidad de arriesgar de su rival en cada defensa y, de hecho, hizo crecer su ventaja para desánimo insular.
En una segunda parte mucho más espesa por las faltas, los locales no soltaron el timón del encuentro. Con una ágil rotación encontró la energía suficiente para no verse arrollado por su rival y dejó pasar los minutos sin dejar que su rival encontrara nunca motivos para creer (68-44, m.30).
Un par de triples de Sam Van Rossom en el arranque del último cuarto y dieron paso a un plácido y festivo final de partido para los locales que las canastas de Slaughter no consiguieron amargar aunque rebajaran algo una ventaja que llegó a ser de treinta puntos.