La calidad del aire en las dos capitales canarias registra una mejora sin precedentes por el efecto del confinamiento y la paralización de la actividad que ha impuesto el estado de alarma decretado en España ante la pandemia de coronavirus Covid-19, según concluye un informe de Ecologistas en Acción.
Este estudio analiza la evolución de la calidad del aire urbano a partir de mediciones oficiales realizada en 24 ciudades españolas y, en el caso de Canarias, concluye que la reducción drástica del tráfico se está traduciendo en una mejora sin precedentes de la calidad del aire en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, según destaca la organización en un comunicado.
El informe revela que las restricciones que afectan a la movilidad y que responden a las medidas adoptadas en el marco del estado de alarma aprobado el 14 de marzo han causado hasta el 31 del pasado mes «el desplome del dióxido de nitrógeno en las principales ciudades del archipiélago».
Ecologistas en Acción ha analizado durante el mes de marzo los datos oficiales de dióxido de nitrógeno (NO2) recogidos en 125 estaciones de medición repartidas entre las 24 principales ciudades de España y los ha comparado con los relativos a los diez años anteriores.
Este estudio concluye que desde el pasado 14 de marzo los niveles de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (NO2) se han reducido un 55 % en las principales ciudades españolas, un porcentaje que en Las Palmas de Gran Canaria ha sido se cuantifica en un 59 %, mientras que en Santa Cruz de Tenerife se eleva al 62 % respecto a los habituales en estas fechas durante la última década.
Llama especialmente la atención la estación orientada al tráfico que se sitúa en la zona de la Casa Cuna, en Santa Cruz de Tenerife, que muestra unos niveles de reducción de niveles de NO2 del 72 %, subrayan los ecologistas en su comunicado.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es el contaminante típico emitido por los tubos de escape de los automóviles, además de por las calderas industriales y domésticas, por lo que su evolución está directamente ligada a las emisiones del tráfico motorizado, siendo ésta su principal fuente en las ciudades y el principal factor que influye en la calidad del aire urbano.
Este compuesto químico provoca cada año en España unas 7.000 muertes prematuras, según el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Es un gas irritante que agrava las enfermedades respiratorias y merma la resistencia a las infecciones, por lo que su drástica reducción es una buena noticia en el contexto de emergencia sanitaria actual, agrega la nota.
A juicio de Ben Magec-Ecologistas en Acción, cuando «se salga de esta dura crisis, del confinamiento y de las limitaciones a la circulación de las personas, esta constatación debería marcar las políticas de movilidad urbana en las islas», en las que proponen que se implanten «zonas de bajas emisiones ambiciosas, se recupere el transporte público y se potencie la bicicleta y el tránsito peatonal como medios de transporte alternativos al vehículo privado».