El manifiesto aboga por proteger la biodiversidad y los ecosistemas marinos de Azores, Madeira, Canarias, Cabo Verde e Islas Salvajes
Los rectores de las universidades de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria, Francisco García y Lluís Serra, respectivamente, han firmado este jueves un manifiesto para la protección de la biodiversidad y los ecosistemas marinos de la Macaronesia (Azores, Madeira, Canarias, Cabo Verde e islas Salvajes).
En declaraciones a los medios de comunicación, Francisco García ha comentado que el manifiesto es el resultado de un «trabajo ejemplar que lleva realizando el proyecto CanBIO durante varios años». Y que escenifica, ha seguido, la importancia de la colaboración público-privada entre universidades, Gobierno de Canarias y empresas privadas.
García ha destacado que este trabajo hace un análisis «de un hecho objetivo y científicamente probado» como es el cambio climático y que es «importante recalcarlo» porque las universidades canarias «hacen ciencia y es un hecho científico que la humanidad está ante un reto colosal como es el cambio climático y sus problemas derivados».
Ha incidido en que ya existen resultados «muy evidentes» en el análisis de la acidificación de los océanos como en la pérdida de biodiversidad marina o la contaminación acústica en la fauna marina.
Compromiso con la biodiversidad marina
El rector de la Universidad de La Laguna ha puesto en valor que las dos universidades públicas canarias han sido las primeras de la zona de la Macaronesia que se han posicionado y han «refrendado el compromiso con la biodiversidad marina», aunque cuenta con que el resto de universidades de la Macaronesia se sumen.
Serra ha incidido en que «es evidente que vivimos en un paraíso terrenal» con una riqueza marítima «extraordinaria» que se debe de preservar del cambio climático y la actividad humana y ha destacado que se haga en conjunto con una serie de proyectos muestra «el mejor músculo de las universidades públicas».
La periodista Sofía Ramos ha leído el manifiesto que pide «preservar los ecosistemas marinos» y tomar medidas concretas apoyados en el «papel crucial de la investigación y su transferencia del conocimiento», a la vez que ha apelado a los desafíos que se enfrentan como la sobreexplotación pesquera o la contaminación.
El director del proyecto CanBIO y Loro Parque Fundación, Javier Almunia, ha explicado que el plan incide en desarrollar conocimiento sobre los efectos del cambio climático y el ruido marino, entre otras vertientes. Y aunque el proyecto nació para la biodiversidad marina, en su cuarto año de seis de existencia se extendió a biodiversidad terrestre amenazada.
Almunia ha dicho que el trabajo de los últimos cinco años ha evidenciado un incremento de la acidez del océano y de la temperatura del agua de las costas. Sobre todo en un 2023 que «ha sido muy cálido en las aguas costeras». Esto provoca una dificultad en saber cómo oscilarán estos incrementos en el futuro, «pero es evidente que la tendencia es a crecer».
Aumento de la temperatura marina
Ha señalado que este aumento de la temperatura marina en las costas genera que haya especies más típicas de aguas tropicales y que las especies de aguas templadas, como las comunidades de algas, vayan desapareciendo y su lugar sea ocupado por especies más tropicales como corales blandos, lo que produce «un cambio en la dinámica de los ecosistemas costeros en Canarias» a estudiar sobre su influencia en sectores económicos como la pesca.
Almunia ha apelado a la reducción del CO2 como solución contra el cambio climático, para así reducir el efecto invernadero y la entrada de CO2 en el océano y que no cree acidez oceánica, una conclusión que «es sencilla de decir pero complicado de llevar a cabo aunque las políticas públicas a nivel global en los últimos tiempos caminan en esa dirección».
«La acción es necesaria y urgente porque el sistema del cambio climático tiene una gran inercia y deberíamos reducir drásticamente las emisiones e incluso desarrollar tecnologías para recuperar parte del CO2 que se ha metido en la atmósfera para cambiarlo a una velocidad suficiente para que impacte lo menos posible en los ecosistemas», ha defendido.