Condenado a 13 años de cárcel por asesinar a su tía en Las Palmas de Gran Canaria

El acusado alegó que el día del asesinato su tía se estaba quejando un poco más y él no sabía que hacer, por lo que comenzó a sentirse frustrado

La Audiencia de Las Palmas ha condenado a 13 años de cárcel al sobrino que asesinar a su tía, una anciana de 84 años de la que cuidaba, el 20 de marzo de 2023 en el barrio de Pedro Hidalgo de la capital grancanaria, por alteración psíquica y obcecación.

El Jurado de la Audiencia de Las Palmas emitió, por unanimidad, un veredicto de culpabilidad en el que consideró probado que Sean Duane C.R. la asesinó y que cuando se produjeron los hechos padecía el síndrome del cuidador y por ello, tuvo dificultades para controlar sus impulsos.

La Fiscalía y la acusación particular ejercida por la familia de la fallecida solicitaban que fuera condenado a 15 años de cárcel menos un día, y la letrada de la defensa, Mónica Sánchez, 13 años de prisión por asesinar a su tía, una pena que la magistrada presidenta del tribunal, María del Pilar Verastegui, consideró proporcional,

En los fundamentos de la sentencia se explica que la rebaja de la pena es de un solo grado por la escasa entidad de las atenuantes, relacionadas con un leve control de los impulsos del, y que entiende ajustada a derecho la petición interesada por la defensa.

«Fue un impulso»

El ataque se llevó a cabo sobre una persona «totalmente indefensa y desvalida», algo perfectamente conocido por el acusado y por ello debe suponer un mayor reproche penal, señala la magistrada.

El acusado decidió matar a su tía después de desayunar, por sorpresa y sin mediar discusión, asestándole tres puñaladas que penetraron en el corazón. La víctima era una persona de avanzada edad y totalmente dependiente y, además, tenía total confianza en el acusado, a quien había cuidado como su hijo.

Audiencia de Las Palmas
Imagen archivo

Según señala la sentencia, ese día su tía se quejaba un poco más y el procesado ya no sabía qué hacer para cuidarla mejor, por lo que comenzó a sentirse frustrado e impotente y a culparse de que no lo estaba haciendo bien.

El procesado no sabe lo que pasó, pese a hacer lo que hizo, sino que sostiene que «fue un impulso», según declaró al Jurado, que entendió que su acción estaba relacionada con su sentimiento de culpabilidad por el estado en que se encontraba la víctima, a la que consideraba su madre porque le había criado desde los cinco años. 

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