Sara Monroy Espino, de 27 años, tiene las manchas propias del vitíligo por varias partes de su cuerpo. No lo esconde, al contario, hace de su diferencia su fortaleza para normalizarlo.
El vitíligo ha sido parte de su vida, pero no define su esencia. Aunque en el pasado las miradas y comentarios le afectaban, ahora se enorgullece de quién es y de su aspecto único. Aunque a veces todavía se puede sentir incómoda, ha aprendido a aceptarse plenamente.
Su juventud estuvo teñida de desafíos. A medida que crecía, se enfrentaba a las dificultades propias de la edad y tenía que lidiar con los comentarios hirientes y burlas que sufría a causa del vitíligo. A pesar de ello, siempre contó con el respaldo de buenos amigos que la acompañaron en cada etapa.
Valorar lo que realmente importa
Hoy es una mujer valiente y resiliente, encuentra su felicidad en la música, la playa y la compañía de aquellos que realmente valoran su esencia. Sara le da un consejo a la juventud: que valoren lo que realmente importa, que aprendan de cada experiencia y que no teman ser auténticos.