Incertidumbre y teatro de mochila, la vieja nueva realidad del teatro canario

Radiografía del sector tras más de un año de pandemia con aforos y aperturas intermitentes por protagonistas

Teatro Guimerá, en Santa Cruz de Tenerife. Foto Web RTVC

El estado de alarma bajó el telón del teatro canario hasta que la nueva normalidad permitió reabrirlos con aforos reducidos y compañías. A estas les tocaba reinventarse, crear un «teatro de mochila y supervivencia» y comenzar a dar vida a personajes con la incertidumbre de no saber hasta cuándo podrían mantenerlos sobre las tablas, según cuenta Eloy Vera en esta peculiar radiografía del sector.

Este sábado, 27 de marzo, se celebra el Día Internacional del Teatro. La actriz Helen Mirren ha sido la encargada de escribir un mensaje que escucharán con atención los profesionales de las islas. Una comunidad donde, según Réplica, la Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Canarias, la industria sufrió 2,5 millones de pérdidas en 2020. También se produjeron más de 300 cancelaciones en artes escénicas desde que se decretó el estado de alama.

El presidente de Réplica, Luis Ríos, no se atreve a calcular el número de actores y actrices a los que la crisis sanitaria ha dejado sin empleo. «La mayor parte son profesionales eventuales», aunque solo en su asociación, que aglutina a 30 empresas, «se podrían haber visto afectados unos 180 actores».

Confinamiento

«El confinamiento fue un golpe en toda la cara, íbamos como en una locomotora, a toda velocidad y, de repente, nos pusieron un muro delante», cuenta a Efe Aranza Coello, actriz y codirectora junto a Nacho Almenar de la compañía tinerfeña Burka Teatro.

Tras el inicio del confinamiento, la compañía tuvo que prescindir de una treintena de profesionales, entre actores y técnicos. La actriz explica que, en el caso de las personas que están en régimen de artista, «resulta complicado que se puedan acoger a un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), cuando no están haciendo temporada».

Salas mermadas

Con la llegada de la nueva normalidad, Sanidad permitió reabrir los espacios escénicos con aforo reducido. Sobre las tablas, los profesionales insisten en que trabajan con todas las medidas sanitarias posibles. Recuerdan que no se han producido contagios entre el público que acude a los teatros.

Aranza reconoce que «duele» ver los aforos de las salas mermadas, mientras las terrazas siguen llenas. Insiste en que «no es un enfrentamiento contra los hosteleros, pero al final refleja donde se pone el punto de valoración desde las instituciones».

Teatro Guiniguada, en Las Palmas de Gran Canaria. Foto Web RTVC.

En Burka han hecho un ejercicio de anestesia y han preferido no coger la calculadora y hacer cuentas porque, de hacerlo, «puede que cerráramos». Su codirectora reconoce que los profesionales del teatro son, ahora mismo, «unos supervivientes tirando para delante de un sector que hace aguas».

Toca reinventarse

«Llevamos toda la vida reinventándonos y ahora estamos haciendo un triple esfuerzo de reinvención, invirtiendo mucho más tiempo en hacer adaptaciones a los espacios, reubicar fechas, recolocar equipos, programar ensayos para funciones que luego se caen… y todo esto desgasta bastante al sector», comenta.

Al final, continúa explicando, «se trabaja tres veces más para cobrar, con suerte, lo mismo», a lo que se suma unas expectativas de gira «bastante delicadas e improbables».

Siete actores, casi una superproducción

A la compañía La República, el confinamiento le cogió en pleno proceso de montaje del «San Juan» de Max Aub, una de las grandes apuestas del Teatro Cuyás para esa temporada. «Tuvimos que parar, irnos a casa y volver a los ensayos cuando nos lo permitieron», recuerda el director de la compañía, Nacho Cabrera.

El 25 de septiembre, en pleno repunte de la ruta migratoria hacia Canarias, pudieron estrenar el «San Juan». Una pieza que refleja el drama de pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial a través de un grupo de judíos que esperan en un barco un puerto que les permita el desembarco.

Imagen promocional de Nacho Cabrera y Teatro La República. Foto Web RTVC.

Fue una de las primeras obras que se representó en el teatro del Cabildo de Gran Canaria después del estado de alarma. Desde entonces, la compañía ha representado en seis ocasiones el montaje, premiado con el Réplica al mejor espectáculo teatral de 2020.

Sobre el escenario, siete actores, ocho personas en el coro y un gran barco que actúa como un actor más. «En las actuales circunstancias es casi una superproducción, es un espectáculo difícil de mover», explica Nacho Cabrera.

Elemento irruptor

Los Max, el mayor premio de las artes escénicas en España, ha dejado al «San Juan» fuera de la posibilidad de presentarse a las candidaturas. El director de la compañía explica que «nos han rechazado porque para presentarse se exigen una serie de representaciones» pero, a su juicio, «en estos momentos, eso no puede ser un elemento irruptor».

Los premios bajaron a 10 el número de bolos exigidos, pero en el archipiélago «es imposible hacer diez funciones seguidas, creo que la candidatura de los Max no ha sido sensible con la situación de la pandemia en Canarias», insiste el director de La República. Ello, mientras subraya el sobreesfuerzo que supone mover una obra entre islas.

A pesar de las amarguras de la pandemia, Cabrera reconoce que la actual situación sanitaria le ha servido «para parar, reflexionar y analizar la espiral en la que estábamos».

Hasta ahora, «la creación estaba más dentro del ámbito de lo que nos pedían que de lo que queríamos hacer», por lo que puede que esto sirva para que «el creador sea más creador y menos hacedor de peticiones», opina.

Con la soga al cuello

Las salas de teatro alternativas en España viven con la soga al cuello todo el tiempo. La covid-19 tensó aún más la cuerda de estos espacios con aforos ya de por sí limitados a los que la pandemia dejó reducidos al mínimo.

En la calle Méndez Núñez de Santa Cruz de Tenerife, resiste desde 1993 el Teatro Victoria. Es una sala que apuesta por la danza y los nuevos lenguajes escénicos, con capacidad para 72 personas. La pandemia ha reducido el aforo a una veintena.

Su director, Roberto Torres, sabe que cada vez que programa una función está asumiendo «una pérdida de taquilla», aunque no contempla echar el cierre intenta «aguantar soñando con que esto cambie. Hay pérdidas, pero lo bueno es que todas las actuaciones tienen lista de espera y eso anima a pensar que el público está ahí».

Representacion de ‘Siete hombres buenos’ en el Cuyás. Foto Web RTVC

Aún así, reconoce que el Ministerio de Cultura y el Gobierno canario han sido «sensibles» con los teatros, aunque la preocupación de Torres y la del resto de compañeros de profesión es que «la situación se está alargando y se empieza a sentir que esto se puede caer en cualquier momento».

El coreógrafo y bailarín lamenta que haya bailarines canarios en el extranjero que hayan tenido que regresar a las islas porque sus proyectos se han caído o, incluso, actores en las islas acudiendo a los comedores sociales.

Trato digno en el teatro por la incertidumbre

Aranza Coello, vocal de la junta directiva de Réplica, insiste en la necesidad de que el propio sector haga «un ejercicio de asumir que es un sector y que, como tal, nos merecemos un trato digno y no precario» y ese «es un convencimiento que tiene que estar desde dentro», añade.

Muchas compañías vieron cómo, de un día para otro, sus obras se caían de la cartelera sin saber si se enfrentaban a un aplazamiento o la cancelación definitiva. La falta de contratos firmados entre la compañía y los responsables de la sala retrató aún más la precariedad del sector.

La actriz apuesta por «fortalecer el convencimiento interno y saber que somos profesionales y, a partir de ahí, vamos a exigir políticas más claras de respeto al sector». Por ejemplo, que «las compañías firmen contratos con los espacios públicos y privados donde se reflejen los derechos y deberes de ambas partes»

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