David Deogracia Márquez / Entrenador canario de fútbol residente en Bielorrusia
Lleva ocho años fuera de Canarias ejerciendo como entrenador de fútbol. Tras su estancia en Tailandia y Marruecos, está, desde hace más de cuatro años en Brest, al sureste de Bielorrusia, cerca de la frontera con Polonia.
Empezó jugando en la U.D. Las Palmas y siguió en equipos locales. El fútbol siempre ha sido su pasión y comenzó a trabajar como entrenador tras una llamada telefónica.
Llegó a ejercer en el Centro Menores de la Montañeta donde aprendió muchos valores y formas de gestionar situaciones difíciles que, ahora, trabajando como Head Coach con niños de entre 12 y 18 años le han ayudado mucho. Es una etapa que recuerda con cariño.
Desde la lejanía de un país que está a más de 5.000 kilómetros de Canarias cuenta que se echa mucho de menos «el tiempo, la comida, las costas… porque vivir en Canarias es maravilloso». «Se echa de menos, sobre todo, el calor humano de los canarios. Al estar fuera lo valoras mucho más». Pero, sobre todo, añade, «echo de menos a mi familia, a mi mujer y a mis dos hijas.»
En pandemia, se ha complicado todo muchísimo para viajar. «Tenemos pactado que ellas vienen en verano, cuando las niñas terminan el colegio Yo voy en diciembre, cuando para la competición. Pero, ahora, es complicado porque el hecho de viajar me hace tener que estar en cuarentena, con las complicaciones que conlleva eso para con mi familia y con el trabajo. Pierdo el tiempo de estar allí y aquí. Es muy duro», explica.
«Es cierto que he cumplido un sueño, pero hay un precio muy alto que pagar, porque a mí me gustaría que pudiera estar mi familia aquí. Pero, sólo hay educación en ruso y al no ser un país que está dentro de la Unión europea, si estudiaran aquí, sería muy complicado, incluso, para volver, porque tendrían que hacer un test para saber en qué nivel podrían seguir estudiando».
Por el momento, se plantea seguir fuera de las Islas pero le gustaría que fuera en un país donde su familia pudiera estar con él y, sus hijas, estudiar en un centro educativo internacional.
En este mes de mayo, donde celebramos el Día de Canarias, sus recuerdos rebotan como balones al dar toques con el pie: «la gente de romería, vistiendo el traje típico, la música, el sancocho… algo que aquí no vivo». Y ríe al comentar que «ni siquiera se me ocurre hacerme un sancocho porque con los peces de río el mojo no pega».