Las tuneras de las islas, bajo la amenaza de la nueva cochinilla

La nueva cochinilla, muy agresiva y que no produce tinte, está acabando con las pencas o tuneras de las islas

Plaga de cochinilla en la tunera
Plaga de cochinilla en la tunera. Imagen de recurso Gobierno de Canarias

Las tuneras, conocidas también como pencas, están desapareciendo lentamente de nuestro paisaje. Lo que antes formaba parte del entorno habitual en muchas zonas rurales de Canarias, hoy se pudre y se seca a ojos de todos. Y aunque a menudo pensamos que siempre han estado aquí, lo cierto es que la Opuntia ficus-indica, nombre científico de la tunera, no es una planta autóctona del Archipiélago.

Un legado americano

Originaria de lo que hoy es México, esta cactácea llegó a Canarias a mediados del siglo XVI, tras la conquista de América. A finales del siglo ya formaba parte del paisaje isleño, adaptándose con sorprendente facilidad a un entorno de suelo volcánico, clima seco y escasez de agua.

Su fruto, el higo pico o tuno, se convirtió en un alimento alternativo durante épocas de escasez, y las pencas también fueron aprovechadas como forraje para animales. Durante generaciones, los canarios aprendieron a sacar el máximo provecho de esta planta resistente y generosa.

El oro rojo de Canarias

Pero la historia de la tunera en Canarias no se detiene en su fruto. En sus palas aparecía un polvo blanco, como si fuera algodón sucio: era la cochinilla, un insecto que se alimenta de la savia de la planta. A partir de este parásito se obtenía el carmín, un tinte natural de altísimo valor.

Durante el siglo XIX, Canarias se convirtió en uno de los principales exportadores de cochinilla del mundo. El carmín natural obtenido de las tuneras teñía las telas de París y formaba parte de cosméticos en Londres. Se decía que el rojo más intenso del planeta salía de una penca canaria.

Una nueva amenaza

Hoy, sin embargo, las tuneras se enfrentan a una amenaza mucho más oscura. Una nueva especie de cochinilla, la Dactylopius opuntiae, ha llegado a las islas. A diferencia de su antecesora, esta variedad no produce tinte, se propaga de forma descontrolada y destruye la planta hasta secarla por completo.

Los efectos ya se ven en muchos campos, donde las tuneras se secan y mueren dejando un paisaje desolado. La plaga avanza y su erradicación es extremadamente difícil.

Recolección de la cochinilla. Imagen de recurso holacanarias.com
Recolección de la cochinilla. Imagen de recurso holacanarias.com

Situación compleja

La situación de la tunera en Canarias presenta una notable complejidad, principalmente debido a su inclusión en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Esta consideración legal está respaldada por la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, la cual define una especie exótica invasora (EEI) como “aquella que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor o por el riesgo de contaminación genética”.

Esta clasificación entra en conflicto con el papel histórico y cultural que la tunera ha desempeñado en el archipiélago canario, donde ha sido fundamental no solo para la subsistencia de muchas comunidades rurales, sino también como recurso agrícola y elemento del paisaje tradicional. A pesar de su relevancia económica y sociocultural, la legislación vigente la reconoce como «planta invasora» y no como «cultivo», lo que restringe significativamente su manejo y aprovechamiento.

En este contexto, se han comenzado a desarrollar ensayos con productos fitosanitarios comerciales con el objetivo de ofrecer soluciones eficaces para el control de plagas que afectan a la tunera. Estos estudios buscan compatibilizar la normativa ambiental, tratando de encontrar un equilibrio entre la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de prácticas tradicionales.

También cabe la opción del control biológico (otros insectos que se alimentan de la cochinilla), que dio resultados interesantes en los estudios realizados por el ICIA. En otras regiones que tienen problemas con esta cochinilla es una herramienta que ha dado buenos resultados, en combinación con otras prácticas.

Precaución y responsabilidad colectiva

Ante esta situación crítica, las autoridades insisten en la importancia de actuar con responsabilidad. Aunque la buena voluntad mueve a muchos a intentar replantar pencas por su cuenta, esto puede propagar aún más la plaga si las plantas están infectadas sin saberlo.

La recuperación de este cultivo tan ligado a nuestra historia debe hacerse con cautela, de la mano de profesionales, técnicos agrícolas e ingenieros agrónomos, para asegurar que cada paso sea seguro y efectivo.

Una plaga que afecta gravemente a las tuneras

El Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), también Gobierno de Canarias y los cabildos, llevan años trabajando en este problema. La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria del Gobierno de Canarias ha declarado en el archipiélago la existencia de esta plaga, conocida como cochinilla basta del carmín o cochinilla silvestre, cuyo nombre científico es Dactylopius opuntiae (Cockerell). Esta plaga, considerada un organismo nocivo, afecta gravemente a las tuneras.

Una vez que el insecto se fija sobre la planta, produce importantes daños fisiológicos, como clorosis (amarillamiento debido a la pérdida de clorofila) y necrosis (muerte de tejidos) en las palas y los frutos. Esto debilita considerablemente a la planta, pudiendo provocar la caída prematura de sus partes afectadas e, incluso, su muerte total si no se controla a tiempo.

Antecedentes de la plaga en España y Canarias

La presencia de Dactylopius opuntiae en territorio español se detectó por primera vez en 2007 en la Región de Murcia, desde donde ha ido extendiéndose progresivamente hacia otras provincias. En el caso concreto de Canarias, la primera detección se produjo en 2010 en Fuencaliente (La Palma). Posteriormente, se confirmó su presencia en El Rosario (Tenerife) en 2019, en Lanzarote en 2020, y en Gran Canaria en 2023. También se ha confirmado su presencia en la isla de La Gomera.

Medidas para el control y contención

Ante esta situación, el Gobierno de Canarias ha establecido una serie de medidas obligatorias para la contención y erradicación de la plaga:

  • Destrucción del material vegetal infectado: Se deberán eliminar las partes gravemente afectadas de las plantas, que serán trituradas y enterradas siempre que sea posible, para evitar su propagación.
  • Restricciones al movimiento de material vegetal: No se permitirá la salida de material vegetal huésped de las parcelas infectadas, incluyendo restos de poda o cultivo, con la única excepción de los frutos recolectados y libres de plaga.
  • Prohibición de traslado entre islas: Se prohíbe el movimiento de cualquier material vegetal del género Opuntia entre islas, con excepción de semillas y material in vitro.
  • Higienización de herramientas: Las herramientas agrícolas utilizadas en parcelas afectadas deberán ser limpiadas y desinfectadas con productos autorizados antes y después de cada uso.
  • Tratamientos fitosanitarios obligatorios: Las plantas infectadas deberán ser tratadas con productos fitosanitarios autorizados, aplicados según las indicaciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

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