En España se usan cada año unos 800.000 animales vivos en la investigación, aunque durante los últimos años los principales centros y laboratorios han avanzado en minimizar su uso
Considerado como uno de los centros de referencia a nivel mundial en la investigación del cáncer, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha dado ahora un importante paso para avanzar hacia proyectos científicos y metodologías que eviten la utilización de animales en la investigación.
Con ese objetivo, el CNIO ha firmado un convenio con la Fundación Franz Weber -una ong fundada en Suiza hace más de 40 años cuya actividad principal es la protección de los animales y la naturaleza- para impulsar proyectos de investigación en los que se empleen algunas de las principales alternativas a la experimentación con animales.
Entre esas alternativas, las más avanzadas son la utilización en el laboratorio de «organoides humanos», las técnicas de biología computacional o las técnicas basadas en la herramienta de edición genética CRISPR-Cas, considerada ya como uno de los principales avances de las últimas décadas en el campo de la microbiología y la medicina.
El convenio servirá para poner en marcha el programa de ayudas postdoctorales «Amigos del CNIO-Fundación Franz Weber» y ofrecer a jóvenes doctores la oportunidad de desarrollar proyectos de investigación de excelencia que usen alguna de las técnicas alternativas a la experimentación con animales.
800.000 animales al año en investigación
En España se usan cada año unos 800.000 animales vivos en la investigación, aunque durante los últimos años los principales centros y laboratorios han avanzado para cumplir con las tres «erres» que se imponen en los países más desarrollados: reemplazar (tratar siempre de encontrar métodos alternativos a los animales), reducir (rebajar el número de animales que se utilizan) y refinar (mejorar el trato que se da a esos animales).
La mayoría de los animales que se utilizan son roedores (sobre todo ratones); en menor medida peces, aves o conejos, y de una forma residual perros, gatos o pequeños macacos; nunca grandes simios; y ningún tipo de animal, porque está prohibido en la Unión Europea, para la investigación cosmética.
El acuerdo entre el CNIO y la Fundación Franz Weber ha llegado tras las denuncias sobre el maltrato y crueldad animal en el laboratorio que la empresa Vivotecnia tiene en Madrid, y las dos partes han incidido hoy en la prioridad de que los centros de investigación de excelencia garanticen el uso de buenas prácticas e incluyan programas «sistemáticos y permanentes» para desarrollar métodos alternativos al uso de animales.
“Hemos entendido que la comunidad científica y el movimiento de protección animal deben dialogar para buscar los aceleradores que consigan reemplazar a los animales en los laboratorios; que los animales sienten también es un hecho científico innegable, y por eso creemos que este diálogo tiene futuro”, ha señalado Leonardo Anselmi, director de la Fundación Franz Weber.
La Fundación Franz Weber financiará en 2021 parte de un contrato del Programa Internacional de Contratos/Amigos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas dirigido a retener talento joven en España y abrir líneas de investigación novedosas contra el cáncer.
La directora del CNIO, María Blasco, ha subrayado la importancia de limitar el uso de animales «que sienten» y de evitar cualquier tipo de sufrimiento, ha lamentado que las malas prácticas por parte de unos pocos pueden empañar el comportamiento «ejemplar» de otros y ha defendido una regulación estricta de la experimentación animal y los controles para detectar cualquier mal comportamiento.
Avances para minimizar el uso de animales
Blasco ha explicado que en los últimos años se ha avanzado mucho en tecnologías que ayudan a disminuir el uso de animales en experimentación; se ha referido en ese sentido a la biología computacional y las técnicas de inteligencia artificial y análisis de «big data», que están ayudando a tener información muy precisa sobre el comportamiento de células y de individuos con ciertas alteraciones genéticas sin usar animales.
La tecnología de CRISPR-Cas permite también hacer modificaciones genéticas sofisticadas en células que antes solo se podían hacer en ratones; y el uso de organoides generados a partir de células pluripotentes que mimetizan el funcionamiento de distintos órganos sobre un soporte «in vitro» también está reduciendo el uso de animales en experimentación animal.
La directora del CNIO ha observado sin embargo que hay aspectos de las enfermedades que no se pueden reproducir «in vitro», como el papel del sistema immunológico, la microbiota (los microorganismos que viven en el organismo y que determinan las enfermedades y las respuestas a los tratamientos), o el microambiente donde están las células.
«Estos procesos pueden ser determinantes en la evolución de una enfermedad o en la respuesta a los tratamientos y por ello es aún complicado prescindir por completo de modelos animales», según María Blasco, pero ha apuntado que el avance de la inteligencia artificial puede en el futuro integrar millones de datos sobre comportamientos «in vivo» y reducir el numero de animales usados en experimentación animal.