Sanidad pone en marcha en el archipiélago varios equipos que, mediante llamadas y cuarentenas, ejercen de cortafuegos de la pandemia. En Tenerife han contactado con 8.500, el triple que en Gran Canaria.
Si durante más de 15 minutos, usted ha estado en contacto estrecho con una persona que ha padecido o padece Covid-19 y no ha mantenido las medidas de seguridad archiconocidas, sepa que puede ser objeto de estudio y seguimiento por la Consejería de Sanidad. El Servicio Canario de Salud (SCS) ejecuta desde hace semanas un intenso proceso de consultas que ha hecho que en toda Canarias se haya indagada ya por el estado de salud de más de 11.000 personas. Es el trabajo de los famosos rastreadores, que sigue en las dos grandes islas, Tenerife y Gran Canaria, una metodología distinta, si bien el fin es el mismo: acabar con la pandemia
El procedimiento, alentado desde el Ministerio de Sanidad, se ejecuta en todo el Estado, si bien es la isla picuda la que más protagonismo acapara. Lo cuenta Ana Darias, la subdirectora médica de la Gerencia de Atención Primaria de Tenerife. “Cada territorio tiene su propio sistema de seguimiento. Nosotros hemos implantado un sistema en el que cada médico de familia sigue la evolución de sus pacientes y luego entra en juego el equipo de rastreo y verificación»
Por explicarlo de un modo gráfico, el médico diagnostica la patología y a partir de ahí llegan esta especie de ‘detectives’, estos ‘cortafuegos del Covid’ que lo que hacen es averiguar los contactos estrechos -de menos de dos metros- que ha tenido el caso positivo justo en las 48 horas anteriores a la declaración de la enfermedad.
“Lo habitual es que ese núcleo esté formado por los miembros de la familia. Se les realiza una encuesta telefónica para conocer si presentan síntomas. También se les pide que guarden una cuarentena de forma preventiva y se les realiza, en la distancia, un seguimiento diario. Con el tiempo”, prosigue la doctora, “hemos ampliado un poco más este trabajo, llegando hasta los contactos laborales, los amigos y conocidos”.
El círculo de personas sobre las que se está pendiente aumenta. Así, la incidencia de la pandemia en Tenerife ha hecho que, según cálculo de Darias, hayan sido más de 8.500 las personas sobre las que se ha puesto el foco en algún momento. Afortunadamente, el número de positivos ha ido reduciéndose, también la aparición de nuevos casos, “y hoy podemos decir que sólo tenemos unos 127 casos activos”, recalca.
La a actuación preventiva y de vigilancia va más allá de preguntas y repuestas: a los siete días , si hay síntomas, se les realiza una prueba de detección con un hisopo (una especie de bastoncillo largo).
«Hoy sólo tenemos 127 casos activos», apunta Ana Darias, subdirectora médica de la Gerencia de Atención Primaria de Tenerife
El sistema de rastreo ha dado ya resultados firmes: han descubierto ya a 8 nuevos positivos. Otro sistema que se ha implantado es el de la realización de test a personas que vayan a pasar por un quirófano para una intervención, «y asi también hemos dado con algún otro caso más”.
2,5 personas por positivo
Con un universo poblacional tan grande, los casos son muy variados. «Por cada positivo, la medida de convivientes a las que se ha hecho un rastreo por entrar dentro de los parámetros establecidos es de 2,5 personas. A esto también ayuda el hecho de que, actualmente, con las medidas de restricción, confinamiento y franjas horarias, el número de contactos sea menor de 4 por cada persona. Ahora bien, cuando se eliminen dichas restricciones los contactos subirán a 10. De ahí la importancia de seguir manteniendo todas las medidas sanitarias”.
El engranaje, por tanto, lo forman tres tipos de profesionales. Por un lado está el médico de familia y, por el otro, el equipo de rastreo y verificación, constituido este último en Tenerife por 10 personas, de los que 4 se dedican a dar con las listas de contactos estrechos de los pacientes y el resto se centra en vigilar la evolución clínica de los que ejecutan la cuarentena.
La profesional pone en valor el protocolo fijado “porque con el teléfono se evita el contacto físico” y, al tiempo, se ha revelado eficaz gracias “a que la colaboración de la gente durante el rastreo está siendo muy buena. Quienes han tenido un contacto estrecho con una persona contagiada aceptan su aislamiento. Además, el seguimiento que les hace el médico les da confianza», concluye sin dejar de mencionar la necesidad de concienciarnos en el uso de mascarillas y guantes.
Un perfil
Al margen de la cuestión sanitaria, el trabajo de los rastreadores también ha dado otros frutos desde el punto de vista sociológico. Así, se ha sabido que las grandes, como Santa Cruz de Tenerife y La Laguna han concentrado la mayor parte de los positivos. “Eso es debido a que hay mucha población universitaria y viajes a Madrid y a otros puntos. En los lugares donde se registra un mayor movimiento de la población, el virus ha atacado con más fuerza”, describe.
Otro sistema en Gran Canaria
En el caso de Gran Canaria, el sistema empleado es distinto, con una gestión centralizada e integrada por al menos cinco equipos de los que forman parte enfermeros, personal administrativo y médicos. El contingente total es de 30 personas, su estructura ha sido decidida por la Gerencia de Atención Primeria de la isla, y ahora mismo tienen su ‘cuartel general’ en la Biblioteca Pública del Estado, en Las Palmas de Gran Canaria.
“Nos llega la información de un caso positivo, se habla con él para informarnos de las personas con las que ha tenido contacto con él 72 horas antes y establecemos comunicación con ellos”, relata Yodalis Pérez, exrastreadora y, ahora mismo, jefa de uno de los grupos. Al igual que en Tenerife, el margen de rastreo se ha ampliado en los últimos días partiendo ya no sólo de casos positivos, sino también sospechosos. En algunas ocasiones, cuando hay síntomas, también practican pruebas PCR al séptimo día.
El trabajo no ha sido fácil. En ocasiones, tenían que hablar con familiares de fallecidos para conocer su círculo más próxima. En otras, han terminado recurriendo a compañeros que manejan el inglés o el alemán porque su olfato los ha desplazado en el mundo por culpa de cruceros y vuelos donde se han podido dar riesgos de contagio. “Recuerdo que al comienzo hacíamos más de 1.000 llamadas al día”, desvela.
Pérez recuerda que son 568 los casos declarados en Gran Canaria, casi el triple menos que los de Tenerife. Aunque no maneja con exactitud el dato de personas a las que se ha hecho seguimiento, entiende que podría ser proporcional a las cifras de Tenerife, con lo que su rango de acción podría ser el de unas 2.500 ó 3.000 personas en total.
Especialmente recuerda la dificultad de los primeros días -ellos empezaron el 10 de marzo-, cuando aún no se habían restringido los movimientos y se llegaron a utilizar habitaciones del Hotel Escuela Santa Brigida para miembros de familias numerosas “que, por motivos de espacio, no podían guardar las medidas de seguridad en la cuarentena”.
En principio, el trabajo de todos estos profesionales no tiene fijada una fecha concreta de finalización. Es el modelo que se ha instaurado, grosso modo, en España, donde ya son más de 2.000 personas las reclutadas para ejercer esta labor de vigilancia epidemiológica. En sus manos está descubrir el camino por el que ha ido deambulando el coronavirus y dejarle sin oxígeno en cuanto sea posible.
En otras regiones del planeta se está recurriendo más a las nuevas tecnologías, a los móviles y a las aplicaciones con alertas para evitar la expansión del patógeno.