El escritor y periodista Antonio Puente, recoge un año de Conversaciones con Elvireta Escobio, única mujer de la legendaria expedición de artistas canarios a Madrid a bordo del Alcántara, en septiembre de 1955.
El libro se gesta a partir del 90 cumpleaños de Elvireta Escobio, en la primavera de 2022, y en coincidencia con el 50 aniversario de la muerte prematura de Manolo Millares.
El volumen incluye un exhaustivo Anexo Fotográfico, con imágenes inéditas, hasta hoy, elaborado por Coro Millares, la segunda hija de Elvireta y Manolo.
Presentación, este jueves, 28 de septiembre, a las 18 horas, en el Palacete Rodríguez Quegles de la capital grancanaria, por el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Adrián Santana, el autor, Antonio Puente, y la propia Elvireta Escobio.
«Uno de los mayores privilegios de que he disfrutado en mi vida es poder decir en cada momento exactamente lo que pienso», expresa Elvireta Escobio, (La Puntilla, playa de Las Canteras, Las Palmas de Gran Canaria, 1932), en la introducción del nuevo libro del escritor y periodista Antonio Puente, (Las Palmas de Gran Canaria), Conversaciones sobre Manolo Millares. Elvireta Escobio, bajo la piel de la arpillera, publicado por Mercurio editorial, y que será presentado el próximo jueves, 28 de septiembre, a las 18 horas, en el Palacete Rodríguez Quegles, (Las Palmas de Gran Canaria), con la presencia de la propia viuda del artista, a punto de cumplir 92 años de edad.
Una vez desaparecidos, junto a Manolo Millares (1926- 1972), también Manuel Padorno, (1933 – 2002), Alejandro Reino, (1935 – 2018), y Martín Chirino. (1925 – 2019), Elvireta Escobio es la única superviviente, –además de haber sido la única mujer–, de la legendaria expedición de artistas canarios a Madrid a bordo del ‘Alcántara‘, en septiembre de 1955.
Artista, no consorte
Fue en su casa, en la calle Galileo, (Las Palmas de Gran Canaria), donde se gestó esa fructífera aventura: «Manolo y yo tuvimos que vender los muebles para poder salir«, rememora en el libro donde se reivindica, una y otra vez, su valía autónoma como artista en aquella expedición.
«A menudo se la ha percibido, en ese grupo, como mera consorte de Millares, cuando era una artista como todos los demás, veinteañeros, todavía en ciernes, que ya había cosechado méritos como pintora en Las Palmas y que dedicará su vida futura en Madrid a la literatura, especialmente poemas, que hablan sin ambages de amor y desamor«, explica Antonio Puente.
Un año de conversaciones
El libro recoge un año de conversaciones, la mayoría celebradas en el domicilio de Escobio, en la madrileña Plaza del Ángel, a partir de su 90 cumpleaños, en la primavera de 2022, en coincidencia con el año del 50 aniversario de la muerte prematura de Millares, a sus 46 años de edad.
«Nunca me fue fácil convivir con una persona que se tomaba la vida tan en serio«, rememora Elvireta Escobio, en origen pintora ella misma, que antes de la partida definitiva a Madrid, en septiembre de 1955, fue pionera en ofrecer una muestra individual, en el Museo Canario, de Las Palmas de Gran Canaria, además de ser una de las escasísimas mujeres integrantes del destacado grupo de pintores LADAC, (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), cofundado, entre otros, con el propio Millares, a mediados del siglo pasado.
Una disciplina, la pintura, que, de un «modo natural«, matiza, acabó reemplazando por la escritura, principalmente poesía, (autora de los poemarios De un espacio sin tiempo, (1995) y De una herencia en el tiempo, (2017), pero también de numerosos aforismos inéditos, de los cuales se recoge una amplia muestra en un apartado del libro de Antonio Puente, Elvireta Escobio por Elvireta Escobio. Pensamientos.
Su vida con Millares
Así, junto al núcleo central de las Conversaciones…, en torno a la vida compartida con Millares, y a su propia biografía, que abarca ya más de 50 años de viudedad, y a sus aforismos inéditos hasta hoy, el libro se completa con otras tres secciones: un enjundioso prólogo del crítico Juan Manuel Bonet, donde se destaca el «arrojo y valentía” de que ha hecho siempre gala Elvireta Escobio, tanto en la vida práctica como en su dimensión de creadora, y una introducción al libro más un ensayo sobre la figura del artista –Para llegar a Manolo Millares. El arte como (imposible) redención’-, de Antonio Puente.
El volumen concluye con un exhaustivo Anexo Fotográfico, con varias imágenes inéditas hasta hoy, elaborado por Coro Millares, la segunda hija de Elvireta y Manolo.
Memorias de Zóbel
Es de destacar la inclusión de algunos textos de las memorias de Fernando Zóbel, el director fundacional del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, íntimo amigo del matrimonio, que, custodiados por la Fundación Juan March, muy recientemente han salido a la luz; especialmente algunos fragmentos sobre la enfermedad y trágica muerte prematura del artista, así como la descripción de ambas personalidades: [Elvireta Escobio] «Es mujer de carácter fuerte e inteligente«. [A Manolo Millares] «Le sirve de timón. Es evidente”, expresa.
En la introducción, Antonio Puente la describe como mujer de «voz contundente y veloz, enérgica, declamatoria«, que siempre ha gozado de una gran autonomía, y que, en realidad, se sirve a sí misma de timón. Desde la ancianidad, la viuda de Millares, (por más de medio siglo ya, es decir, más de los 46 años que alcanzó a vivir el artista), reconoce llevar la soledad –»el silencio y la paz que ésta conlleva”- como un privilegio.
Y desde su declarado agnosticismo, dice no temer a la muerte: Ésta le merece «una triste despedida que hay que asumir, y que, acaso, es más triste para los seres queridos que se quedan«. Desde la atalaya de la edad avanzada, reconoce una cierta redención, pues ésta permite «sopesar y relativizar las cosas«.
Canarias, Vigo, Madrid
Sus orígenes fueron muy movidos. Tras nacer y pasar sus primerísimos años de vida en La Puntilla, a un extremo de su venerada playa de Las Canteras, donde su abuelo paterno -asturiano, al igual que su padre-, había fundado la famosa fábrica de conservas de pescado de los Escobio, pionera en el sector en las Islas, su infancia transcurrirá primero en Vigo y luego en un internado madrileño. Meses después de retornar a Las Palmas, con tan sólo 14 años, inicia su noviazgo con Manolo Millares, seis años mayor que ella, y que a causa de esa minoría de edad, habrá de mantener su idilio en secreto, para contraer matrimonio la friolera de siete años después, en 1953.