Turno para los peritos en una nueva jornada en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife que mató a su expareja en plena calle de la capital tinerfeña
Las cuatro psicólogas que entrevistaron a un hombre acusado de asesinar a su expareja en Santa Cruz de Tenerife han descartado este jueves, en calidad de peritos, que el procesado sufriera amnesia cuando cometió el crimen o que estuviera bajo los efectos de las drogas.
La agresión mortal tuvo lugar el 29 de julio de 2022 en un edificio situado cerca de la calle Ramón y Cajal de la capital tinerfeña, cuando el acusado supuestamente asestó doce cuchilladas a la joven por sospechar que mantenía una relación con otro hombre después de haber roto semanas antes.
Aunque la defensa reconoce la culpabilidad de su cliente, en su momento alegó que no se acordaba de lo que había ocurrido y plantea el atenuante de ser un consumidor crónico de cocaína.
«Sabía lo que hacía»
Las psicólogas, sin embargo, han descartado ambas posibilidades al considerar que la amnesia selectiva “no es compatible” con el uso de ese tipo de estupefacientes y menos aún cuando el acusado fue capaz de conducir, esperar a que a que la víctima saliera de su trabajo, cometer el crimen y regresar a la casa.
“Sabía lo que hacía y podía diferenciar entre lo que estaba bien o mal. Nos dijo lo ocurrido pero sin emoción porque se lo habían contado a él”, han indicado en el juicio que se celebra en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife.
Las profesionales han definido al procesado como una persona “meticulosa y calculadora” que intentó mentir y manipular alguna de las pruebas que le hicieron porque sabía que el resultado le podía perjudicar, además de calificarlo como “agresivo tanto verbal como físicamente”.
Notas amenazantes
Han puesto en duda su relato de que había dejado las drogas en dos ocasiones sin necesidad de ayuda médica, la última cuando entró en prisión, y les indicó que no recordaba haber escrito unas notas que estaban en su casa con amenazas a su expareja, ni que ésta le envió una foto con otro hombre.
Alguno de estos escritos fueron leídos durante el juicio y en ellos mantenía una conversación imaginaria con la víctima advirtiéndole de que si la veía con otra persona «seguro que los mato a los dos cien por cien. Va a ser una muerte rápida y sin torpezas, así que mejor que no te vea con otro. Lo siento pero me da igual lo que pase».
«Cuando te mate me esconderé bajo tierra y ya veré si voy a la cárcel o me mato. No tengo nada que perder. Me hace daño pensar que estás con otro», decía en otra de las notas, que escribió semanas después de la ruptura cuando recibió la foto y se encerró en su casa, sólo veía la tele, salía a pasear a los perros y consumió crack y hachís de forma compulsiva.
Los forenses han descrito en el juicio que en el cadáver de la víctima localizaron 12 lesiones por arma blanca, de las que tres eran mortales, especialmente la cuchillada que recibió en el costado izquierdo y también otras dos en el tórax.
Todas ellas son compatibles con el uso de un cuchillo que medía 25 centímetros, incluido el mango y que causó una hemorragia “de enorme gravedad”, que a su vez dio lugar a un “shock irreversible”.
En el cuello presentaba otra herida pero al contrario de las otras era superficial, mientras que las demás llegaron a penetrar hasta 10 centímetros en el cuerpo.
También detectaron evidencias de que la víctima recibió puñetazos, especialmente en la cara, golpes al caer el suelo o ser empujada contra la pared y pruebas de que intentó defenderse agarrando el cuchillo.
Visionado de la grabación del asesinato
Durante el juicio, los miembros del jurado han visionado la grabación del asesinato extraída de dos cámaras de seguridad que estaban dentro del edificio.
También se ha reproducido la entrada de la Policía en la casa del acusado para detenerlo en presencia de los padres que están llorando, muy nerviosos y piden hablar antes con él, a lo que se oponen los agentes.
En esa grabación se escucha cómo la madre le dice a su esposo: “Le ha hecho algo a Albi”, ya que momentos antes el procesado le envió un audio y la Policía le contó que había ocurrido un percance con la joven, sin más detalles.
En sus conclusiones, tanto la Fiscalía como las acusaciones se han reiterado en su petición de 25 años de cárcel, pago de 300.000 euros e imponer los agravantes de género y parentesco, mientras que la defensa sólo se desmarca al solicitar el atenuante de drogadicción, por lo que solicita 22 años y 6 meses de prisión.