El Gobierno chino sigue luchando contra los mayores rebrotes en diez meses del SARS-CoV-2, en un día en que se cumple el aniversario del histórico, y hasta entonces inédito, cierre de una ciudad de once millones de habitantes: la urbe de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en pleno centro del país.
El gigante asiático ha confinado ya a millones de personas en tres provincias del norte y ha empezó a hacer test a otras tantas en amplias zonas de Pekín, que sumó tres nuevos casos en el distrito de Daixing y marca un total de 14 desde el pasado domingo. Aunque esas cifras no incluyen a los asintomáticos -China no lo hace mientras no muestren síntomas- y que traen de cabeza a las autoridades de la capital y otros lugares.
China lleva días superando los dos centenares de contagios diarios -incluidos los asintomáticos- la mayoría por transmisión local y, aunque hasta ahora se focalizan en las provincias del norte, seis nuevos casos en Shanghái, bastante más al sur, y el posible movimiento de infectados sin detectar han desatado las alertas.
PRIMER BROTE EN UNA FÁBRICA DE ALIMENTOS LOCAL
Además, se ha conocido que han sido detectados diez nuevos casos confirmados y 31 asintomáticos entre los trabajadores de una fábrica de pollos en la ciudad septentrional de Harbin, propiedad de la compañía tailandesa Charoen Pokphand, uno de los mayores productores avícolas del mundo.
China ha encontrado a menudo coronavirus en carne y pescado congelado importado, pero hasta el momento no había anunciado brotes en su industria de alimentación.
Y este foco se detectó en los test rutinarios de los ciudadanos de la provincia de Heilongjiang, cuya capital es Harbin, con un rebrote desde hace días, lo que aumenta la preocupación sobre otras posibles infecciones ocultas.
Hacer rápidamente test a millones de personas es el método elegido por China para evitar que algún contagiado, sobre todo asintomático, pueda quedar sin identificar y, por tanto, moverse libremente.
MILLONES DE TEST EN PEKÍN
Estos días se forman largas colas de personas para hacerse PCR en grandes barrios de Pekín, que ha ordenado analizar, en dos días, a los más de dos millones de habitantes de los céntricos distritos de Doncheng y Xicheng, además de los test que ya se han hecho en Daxing y Shunyi, los dos distritos afectados de la capital.
Los portavoces municipales mostraron también su preocupación por algunas quiebras del control epidémico en algunas zonas rurales de la capital, donde no se ha seguido totalmente la normativa sobre mascarillas, controles de temperatura o distancia social.
El control de la covid en el campo es una de las mayores preocupaciones del Gobierno chino, que ha obligado a cientos de millones de inmigrantes que habitualmente regresan a sus pueblos por el Año Nuevo Lunar -el 12 de febrero este año- a someterse a test y a dos semanas de cuarentena en su casa familiar.
WUHAN DICE NO TENER MIEDO
Y, entretanto, en la ciudad donde todo empezó, los wuhaneses aseguran confiar en las medidas del Gobierno y no temer que se pueda repetir la pesadilla del 23 de enero de 2020, cuando por primera vez en la historia se clausuró a cal y canto una urbe de esa magnitud durante 78 días, con once millones de personas encerradas.
La supuesta zona cero de la pandemia, el mercado de pescado y mariscos de Huanan, aparecía hoy desolado y clausurado por una gran valla azul y blanca de más de tres metros de altura, que impide cualquier mirada a su interior desde la calle.