Con el humor como hilo conductor del programa, ‘Deja ver’ recorre cada viernes las ocho Islas en busca de historias cotidianas de personas anónimas
Este viernes 11 de octubre, el programa ‘Deja ver’ (22:30 horas), conducido por Juan Luis Calero, viaja hasta Fuerteventura, Gran Canaria y El Hierro para conocer a tres abuelos y abuelas que no dejan de aprender y disfrutar de cada día.
Los populares personajes de Calero, “la señora”, “el caballero”, el poeta Ezequiel o el Dioni, harán de reporteros televisivos y hablarán a los espectadores de los oficios, costumbres y aficiones canarias a través de las historias de Lucrecia, José Manuel y Bibiana.
El programa se traslada este viernes hasta La Oliva para conocer a Lucrecia Rodríguez, una rebelde de armas tomar de 91 años que pinta, borda, practica el calado canario y aún le sobra tiempo para sus clases de gimnasia y sus noches de bingo. Mientras recorre la localidad majorera, Lucrecia compartirá sus memorias, su humor y su particular forma de ver la vida en el tercer episodio de ‘Deja ver’.
De isla en isla el programa salta hasta Gran Canaria. Allí, las icónicas personalidades creadas por Calero conocerán a José Manuel Ojeda, un infatigable deportista que, con sus 73 años y gracias al gofio, sale a diario a correr, y practicar atletismo, su pasión desde que tenía 28 años. Este viernes, el programa le acompañará en uno de sus entrenamientos junto a su hija Miriam Ojeda, su compañero José Luis Pereira, Vicente Betancor, amigo y entrenador, y su amiga Ina Pérez, una de las corredoras más veteranas de Canarias, con más de 40 años practicando este deporte.
Los personajes de Juan Luis Calero se despiden de José Manuel y compañía y ponen rumbo hacia la otra punta del Archipiélago, a la isla de El Hierro. Allí compartirán caminata con Bibiana Acosta, una mujer de 89 años que ha recorrido ya todos los caminos que atraviesan la isla. Junto a su hijo Héctor Hernández y su nieta, Bibiana enfila este viernes una nueva ruta que aprovechará para recoger plantas, hierbas y especias en los márgenes del camino. Con ellas, especialmente con la barasa, prepara luego un potajito canario que calienta el cuerpo y el alma.
