No quedan habitaciones en el hotel que se reinventó gracias a la covid

Los nómadas digitales, clave para entender ‘otro’ turismo: teletrabajar desde la piscina y a 25 grados en invierno.

El hotel Playa del Sol está ubicado en Maspalomas, en el sur de Gran Canaria / Imagen de la web del hotel

Los hoteles de Gran Canaria se reinventan: mientras muchos echan el cierre a causa del cero turístico de la pandemia, algunos han colgado por sorpresa el cartel de completo gracias a trabajadores remotos que prefieren estar en la playa y en uno de los lugares de Europa con menos casos de covid, en lugar de confinados en su casa de Francia o Finlandia.


Son los nómadas digitales, protagonistas de un giro de 180 grados a la forma de entender el turismo. La clave: ofrecer un teletrabajo desde la piscina, con toda comodidad y a 25 grados en invierno.

Esta es la fórmula para que el hotel Playa del Sol en Avenida de Tirajana, en Playa del Inglés, haya pasado del cierre al lleno en apenas unos meses, en una receta que mezcla el ocio y el trabajo con un nuevo concepto hotelero.


El nómada digital es su principal cliente, el artífice de una ocupación del 98 % en plena crisis y una previsión similar para marzo en un complejo que, con 140 habitaciones, ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades de los trabajadores en tiempos de covid-19.

Este es el caso de Shawn Volesky, catalán de familia norteamericana, que trabaja como consultor informático desde el sur de Gran Canaria. «En Tarragona ya hago trabajo en línea desde hace muchos años», pero «para estar confinado allí me vengo a la isla y tengo sol, una buena piscina y playa los fines de semana».


Su jornada laboral es virtual, discurre entre reuniones y consultas, que desarrolla desde su portátil con total libertad de movimiento: «En la piscina, con un café, si es más formal desde el apartamento, en la terraza…»


Su oficina cambia pero siempre «con lo mejor de los dos mundos», defiende. Volesky lleva en Playa del Sol un mes y tiene pensado quedarse al menos otro, según cómo se desarrolle la situación de Cataluña. «Si la cosa no cambia, yo espero aquí, bajo el sol», bromea.


MEJOR MUDARSE PARA TELETRABAJAR


Además de la comodidad que ofrece el hotel, adaptado a las necesidades de estos ‘nómadas’, se ha creado «una comunidad, un grupo» en el que actúan como vecinos y realizan actividades.


Aunque lleva años siendo nómada digital, Volesky no se había lanzado a vivir un mes fuera de su comunidad hasta la pandemia. «Había trabajado de esta forma solo en viajes de negocios», pero el covid y el confinamiento fue el cambio definitivo para «mudarse» a teletrabajar.

Al igual que muchos de los clientes del Playa del Sol, Shawn Volesky conoció el hotel en unas vacaciones en Gran Canaria por una semana y, si bien al principio se repetía «esto no lo puedo hacer» continuamente, la idea se fue fraguando en su cabeza hasta que finalmente se preguntó: «¿Y por qué no?».


La llamada al hotel fue un jueves y desde el martes siguiente su oficina se ha trasladado a este hotel del sur de Gran Canaria.


Algo similar le ocurrió al holandés residente en Niza (Francia), Martin Schouten, jefe de cabina en aviación de KLM, recientemente prejubilado a causa de la covid-19 y la crisis del sector.
«He tenido la suerte de jubilarme muy joven», confiesa Shouten, que llegó a la isla para diez días… y ya lleva tres meses.
«El confinamiento y el toque de queda en Francia, a las seis de la tarde», cita entre motivos que le llamaron a quedarse. Este hotel tiene «una oferta muy interesante» para estancias de un mes entero y al haber convertido su oferta en una suerte de apartamento con cocina, resulta muy cómodo para larga temporada.
«Lo que más me gusta es la piscina climatizada, claro». Este prejubilado de KLM nada 45 minutos cada mañana, además de trabajar y hacer actividades con los que él llama «sus vecinos», otros nómadas digitales y personal del hotel.
Su previsión es quedarse como mínimo hasta marzo, pero si en Francia hay un nuevo confinamiento… «No me vuelvo», confiesa.


DAR CLASE EN FINLANDIA DESDE CANARIAS


Aunque el cliente principal es europeo, de entre 40 y 50 años y nómada digital, con trabajos en el ámbito de la tecnología de la información, creatividad, diseño o informática, hay todo tipo de perfiles entre los clientes del Playa del Sol.


Kimmo Gronlund es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Finlandia y da clases por videoconferencia desde este hotel de Gran Canaria, por ejemplo.

En su país ahora mismo están a 10 grados bajo cero, por lo que la posibilidad del teletrabajo que ha nacido con la pandemia le ha dado la oportunidad de impartir su docencia desde una piscina, con cielo azul y clima de verano.


El responsable comercial de Playa del Sol, Miguel Fariña, es uno de los culpables de que el cartel de lleno se haya sobrepuesto a la crisis turística de la covid-19, en una experiencia que ha logrado llevar al éxito.


Junto a él, un equipo joven de entre 30 y 40 años han hecho que el Playa del Sol en Gran Canaria y el Surfing Colors en Fuerteventura vivan de los nómadas digitales, un nicho que desde 2018 tiene presencia en estos establecimientos pero que ahora «ha estallado».


Han mejorado las instalaciones, con una mejor señal wifi y ‘working areas’, y ya trabajan en un servicio de comida para que el nómada no tenga que preocuparse ni de cocinar, en un trabajo de escucha activa de las necesidades de su cliente.


El teletrabajo ha salvado a este negocio, que ha sabido mirar a los nichos de mercado marcando una diferencia con la competencia.


LA INSPIRACIÓN DEL SURFERO


«En invierno funcionábamos con el mercado principalmente nórdico, con el ‘solo adultos’ y el segmento LGTBI en verano, pero ya en Fuerteventura trabajábamos con los surferos, trabajadores nómadas en esencia en su mayoría y de los que aprendimos esta dualidad entre jornada laboral y una pasión como es el deporte», explica Fariña.
Esta experiencia con surferos les llevó a esta reflexión: «Si un cliente se va a confinar en Berlín o en París, Finlandia, Polonia… con frío, de noche desde las tres de la tarde y puede teletrabajar, ¿por qué no desde aquí?» Esta pregunta la supieron resolver con una nueva estrategia empresarial en base a una idea a la que la pandemia y el teletrabajo dieron «un empujón tremendo».


«Si antes teletrabajaban tres millones de personas, ahora lo hacen 30 millones», resalta Fariña, por lo que la apuesta fue «decidida y firme». Para colgar el cartel de completo han tenido que adaptarse y ajustar las tarifas (cobran de 700 a 850 euros por habitación al mes), pero «aun con precios bajos podemos decir que estamos aguantando, con lleno y con toda la plantilla operativa», celebra.


«No esperábamos esta repercusión», reconoce, pero la pandemia «ha sido el acelerador hacia un mundo digital que ya estaba funcionando» y que ha hecho «de una burbuja un mercado en auge».


De cara al futuro, Fariña y su equipo ya prevé mejoras para ir aumentando comodidades y cubriendo las demandas de este sector de la población con áreas de trabajo también al aire libre, actividades complementarias como yoga, meditación pero, sobre todo, adaptándose «a lo que el cliente pida, hay que escucharles».

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