Es una de la conclusiones de un informe elaborado por la Comisión de la Unión Africana y el Centro de Desarrollo de la OCDE presentado en Tenerife

África necesitará invertir 155.000 millones de dólares al año en infraestructuras hasta 2040 si quiere duplicar su producto interior bruto (PIB) y avanzar hacia la transformación productiva que plantea la Agenda 2063, según el informe Africa’s Development Dynamics 2025, elaborado por la Comisión de la Unión Africana (AUC) y el Centro de Desarrollo de la OCDE.
Esta cifra representa el 5,6 % del PIB continental de 2024 y es más del doble de los niveles actuales de inversión, estimados en unos 83.000 millones anuales, según detalla el informe, que ha sido presentado este martes en Tenerife por el director adjunto del Centro de Desarrollo de la OCDE, Federico Bonaglia.
El documento subraya que una expansión sostenida de las infraestructuras podría impulsar el crecimiento económico del continente en 4,5 puntos porcentuales al año y añadir 2,8 billones de dólares adicionales al PIB africano en 2040., lo que haría que África superarse así la meta de crecimiento del 7 % anual fijada en la Agenda 2063.
Según los autores, la inversión en infraestructuras no solo multiplica la productividad y el empleo, sino que también mejora la integración regional y la competitividad de las empresas africanas, agrega el informe.

Actualmente los gobiernos africanos solo destinan el 1,3% a infraestructuras
En la actualidad, los gobiernos africanos destinan solo el 1,3 % de su PIB a infraestructuras, frente al 6,7 % de China o el 5,1 % de Vietnam. Esta brecha refleja el limitado margen fiscal del continente, agravado por el peso de la deuda soberana. Entre 2009 y 2023, el tiempo necesario para pagar la deuda pública con ingresos fiscales casi se duplicó, pasando de 2,8 a 5 años.
Además, precisa el documento, los países africanos gastan de media siete veces más en servicio de la deuda que en infraestructuras.
El alto coste del capital es otro obstáculo según el informe, que calcula que el coste medio ponderado del capital para proyectos de infraestructura asciende al 13 % en África, frente al 10 % en Asia en desarrollo y el 8 % en los países de la OCDE. Por su parte, los préstamos comerciales superan, en promedio, el 18 % de interés.
Esta situación, según el informe, frena la inversión privada, que apenas representa el 11 % de la financiación total de infraestructuras en el continente. En comparación, el sector privado aporta más del 40 % en América Latina. El estudio advierte también de un descenso en la financiación internacional, especialmente en la ayuda oficial al desarrollo (AOD).
Los flujos de cooperación bilateral para infraestructuras cayeron de 16.600 millones de dólares en 2022 a 14.800 millones en 2023, y las proyecciones apuntan a un recorte adicional del 16 al 28 % entre 2023 y 2025. Solo diez países africanos —entre ellos Egipto, Nigeria, Marruecos o Kenia— concentraron el 59 % de estos fondos en 2023, dejando rezagadas a las economías de menor desarrollo.
Hoja de ruta con cuatro ejes
Para revertir esta tendencia, el informe propone una hoja de ruta basada en cuatro ejes. Mejorar las condiciones de deuda y la recaudación fiscal; reducir la percepción de riesgo que encarece el capital; reactivar la cooperación internacional y los flujos de AOD; y ampliar el papel de los bancos multilaterales.
Si se adoptaran estas medidas, resalta, África podría movilizar los 155.000 millones de dólares anuales necesarios antes de 2040. Actualmente, bajo las tendencias vigentes, solo se alcanzarían unos 90.000 millones.
El informe identifica además las infraestructuras más rentables para lograr la transformación productiva: carreteras (32 % de la inversión total), ferrocarriles (24 %), fibra óptica (23 %) y energía solar (17 %).
Estas áreas tienen un impacto directo en la productividad y la diversificación económica, según el informe, que indica que las inversiones en transporte y energía, por ejemplo, facilitan el paso de la agricultura de baja productividad hacia los sectores industrial y de servicios, creando empleo y reduciendo desigualdades.
La mejora de las infraestructuras también es esencial para fortalecer los corredores de desarrollo regionales, como el Lobito en África austral, el Trans-Magreb en el norte o el eje Dar es Salaam–Nairobi–Addis Abeba en el este. Estos proyectos favorecen la integración comercial, reducen costes logísticos y estimulan la inversión en cadenas de valor estratégicas como la minería, la energía y la agricultura. Según el estudio, su plena operatividad podría aumentar las exportaciones africanas en más de un 11 %.

Sostenibilidad ambiental y social
Otro desafío clave es la sostenibilidad ambiental y social. África afronta riesgos climáticos que duplican los de América Latina y quintuplican los de Europa. Según el estudio de la Comisión de la Unión Africana (AUC) y el Centro de Desarrollo de la OCDE, se calcula que los países africanos deberán gastar entre 10.000 y 11.000 millones de dólares anuales para reparar daños y pérdidas en infraestructuras derivadas del cambio climático.
Asimismo, defiende el desarrollo de infraestructuras verdes y resilientes, como las energías renovables y las soluciones basadas en la naturaleza, que reduzcan vulnerabilidades y generen empleos sostenibles.
Finalmente, la AUC y la OCDE subrayan la necesidad de reforzar la gobernanza y las capacidades técnicas. Hasta el 53 % de los recursos de inversión se desperdician por deficiencias en la gestión, la supervisión y el mantenimiento.
Piden fortalecer las unidades de asociaciones público-privadas, mejorar la formación del personal técnico —actualmente solo 0,4 profesionales por cada 1.000 habitantes— y aplicar etiquetas de calidad africanas, como la “PIDA Quality Label”, para garantizar la transparencia y credibilidad de los proyectos.
En conclusión, el informe sostiene que invertir en infraestructuras sostenibles y bien gestionadas no solo es clave para el crecimiento económico, sino una oportunidad para transformar las economías africanas hacia un modelo más inclusivo, verde y resiliente. “África dispone del potencial humano, energético y natural para liderar su propio desarrollo; lo que necesita ahora es financiación inteligente, coordinación y visión de largo plazo”, concluye el estudio.