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27 abril 2024 1:09 am

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«Tengo añoranza de aquellas romerías con las que celebraba el Día de Canarias»

Kizkitza Neketan Sanz / Canaria residente en Estados Unidos

Ama de casa que se define como madre canaria en Luisiana, Estados Unidos, donde lleva más de 20 años viviendo.

Kizkitza Neketan Sanz nació en Vecindario, Santa Lucía de Tirajana, Gran Canaria. En Estados Unidos ha formado su familia junto a su marido y a sus dos hijos, que llevan las raíces canarias muy marcadas.

Reconoce que las nuevas tecnología, internet, las redes sociales, las videoconferencias la mantienen «unida a mi gente todo el año, casi todos los días, y no hay nada como escuchar ese ¡Feliz Día de Canarias, chiquillos!».

Es un Día muy especial», cuenta. «Además, aquí lo celebramos cada año con el Festival de Isleños», que es la denominación que tienen los descendientes de canarios en Luisiana.

«Es cierto que la pandemia no nos ha permitido reunirnos estas dos últimas ediciones, pero es durante un fin de semana de la segunda semana de abril vienen grupos de las Islas, hacemos asaderos y disfrutamos de lo más parecido a lo que allí es una romería», cuenta.

«Eso lo echo mucho de menos cuando recuerdo las celebraciones que podía hacer antes. Tengo añoranza de aquellas romerías que hacíamos y donde nos vestíamos con los trajes típicos y nos echábamos a la calle con toda la familia y los amigos», recuerda.

«Y también pasear, porque aquí no hay sitios donde pasear y poder pararte a tomar un café, tranquilamente. Están las grandes superficies que te lo preparan y te lo llevas en un baso de cartón. Esas cosas cotidianas, estando fuera, se echan más de menos, se notas y una está deseando volver para disfrutarlas con mi gente», narra.

La pandemia la pilló en Canarias. Viajó con su familia para despedir el 2019 y recibir el 2020. Su marido y sus hijos volvieron pero ella decidió quedarse con sus padres y sucedió algo que nadie esperaba: llegó el confinamiento.

«La verdad que recuerdo esos meses como un regalo. Puse un cartel en la puerta para que no viniera nadie a vernos. La familia llamaba y preguntaban qué necesitábamos y yo le decía que nada, que nos dejaran y no nos molestaras y, como me conocen, se reían», narra.

«Pero, de verdad, fue un tiempo que me regalaron con mis padres. Los tres solos, disfrutando de juegos, de conversaciones, de sorpresas que nos preparamos… lo recuerdo con tanto cariño… hasta que llegó el momento de volver a Estados Unidos y me di cuenta de que no habían vuelos y, ahí, si me entró la desesperación», cuenta.

«Ahora tenemos previsto volver pero es una sorpresa: ¡Ya tenemos los billetes! Aunque sólo lo sabe quien lo tiene que saber (risas). Y cuando llegue ese momento espero que todos estén vacunados y se encuentren bien para poder abrazarlos… la última vez fue una despedida tan rara…»

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