Gracias al análisis de las huellas dactilares que se encontraban en las figurillas, los investigadores han determinado la edad y el sexo de las personas
Los arqueólogos de la Misión de la Universidad de La Laguna (ULL) en la tumba tebana 209 (TT 209) en Luxor (Egipto) han constatado que unas 160 figurillas funerarias de arcilla halladas en la tumba fueron realizadas por mujeres muy jóvenes, según un análisis pionero realizado a partir de las huellas dactilares encontradas.
Este es uno de los primeros estudios de huellas dactilares del Egipto antiguo –el mismo equipo publicó un breve avance hace dos años– y el que ha analizado la cifra más alta y con resultados más claros de edad, sexo e incluso altura de los individuos, por lo que puede usarse como base segura para abordar la comprensión de las tareas artesanales y del funcionamiento de los alfares, explica a EFE Miguel Ángel Molinero, director del Proyecto 209 en Luxor.
Las figurillas funerarias denominadas ushebtis son los objetos más habituales en los yacimientos funerarios de la civilización del Nilo y en las colecciones egiptológicas de los museos, junto a amuletos y escarabeos, explica el director. Fue en una de las cámaras laterales del complejo funerario, la SC3, donde descubrieron unos 160 ushebtis de arcilla que por forma y tamaño debieron de integrar un mismo conjunto.
La importancia de dejar huella
Como es habitual en este tipo de ushebtis, se elaboraron presionando una pella de arcilla en el interior de un molde y una vez extraída la figurilla, la materia sobrante se plegaba con los dedos sobre su espalda.
Gracias a esa acción quedaron marcadas las huellas dactilares de quienes realizaron el proceso. En 60 de las piezas se distinguían al menos tres impresiones con claridad suficiente para realizar un estudio que aportara información sobre la identidad de quienes las elaboraron.
Así, se pudo establecer que más del 90% de las muestras se pueden atribuir a edades de entre 11 y 16 años, con la categoría de 13 o 14 años como la más frecuente y, a partir de ese dato, en el grupo de mayores de 12 años se procedió a la identificación del sexo.
Las mujeres realizaban los trabajos de alfarería
Para esto, se tomó como referencia un estudio reciente sobre las impresiones dactilares en población sudanesa actual, la más cercana geográfica y étnicamente a las poblaciones del Egipto antiguo.
Aplicando el cálculo de probabilidades derivado de este estudio a la muestra de ushebtis, se pudo concluir que, con una alta probabilidad, la totalidad de las impresiones dactilares dejadas sobre ellos son de origen femenino.
En consecuencia, el conjunto de los ushebtis del tipo estudiado pudo ser elaborado por varias mujeres, dada la distribución de edad obtenida y, prosigue el egiptólogo, «tenemos la seguridad de que participó más de una pues tenía que haber, como mínimo, una persona diferente por cada grupo de edad identificado».
El periodo de mayor actividad ronda entre los 13 y 14 años
Si realizamos un cálculo conservador habría al menos cuatro mujeres diferentes, con una de 13-14 años como la más activa, pues este es el grupo de edad del que más huellas se han conservado, pero podríamos hacer cálculos más atrevidos y pensar en una cifra de al menos ocho mujeres si admitimos las medidas correspondientes a cada grupo etario, además de un individuo pre-púber del que no se pudo estimar su sexo», añade el director.
No obstante, es posible que los grupos con un número de huellas más alto pudieran corresponder a más de una alfarera. Esto implicaría un taller con una mano de obra numerosa y, al menos para la realización de estas piezas, con edades que irían de niñas a mujeres muy jóvenes.
Por tanto, en el taller de los ushebtis de SC3 hubo entre cuatro y ocho adolescentes que desempeñaron una función que puede suponerse poco especializada.
Conocer el oficio de las mujeres
Estudiando el proceso de aprendizaje de la producción alfarera en varios centros artesanales, se ha comprobado cómo en los primeros años los aprendices se ocupaban de tareas periféricas y solo cuando superaban esa fase empezaban a tocar la arcilla, acostumbrándose a su plasticidad realizando piezas pequeñas. Esa es la fase que parece estar aquí representada, añade Molinero.
Esto implica que en el taller debería haber un cierto número de profesionales ya formados, lo que aumenta el total de personas implicadas en la producción de ese alfar.
Los pequeños ushebtis de arcilla de la SC3 habrían proporcionado, de esta manera, no solo la evidencia segura del trabajo de mujeres en talleres de alfarería, sino una imagen significativa de su proceso de aprendizaje del oficio.