Los manifestantes reclaman el restablecimiento democrático y la liberación de los presos políticos.
Decenas de miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades de Birmania en protesta contra la junta militar en una jornada de huelga general. Las manifestaciones se producen tras un trágico fin de semana en el que murieron dos manifestantes por la violencia policial.
Desde la mañana las principales arterias de Rangún, Naipyidó -la capital-, Mandalay y otras localidades fueron ocupadas por los manifestantes, que reclaman el restablecimiento democrático y la liberación de los presos políticos, en la que podría convertirse en la mayor jornada de protesta desde el golpe de Estado perpetrado por el Ejército el pasado 1 de febrero.
En Rangún, la ciudad más poblada, las carreteras cercanas a la mayoría de las Embajadas, en especial la de EEUU y Corea del Sur, habían sido bloqueadas por las fuerzas del orden, al ser puntos especialmente concurridos durante las protestas.
Represión policial
Los manifestantes salieron de forma masiva por todo el país pese a la represión policial que el pasado sábado costó la vida por disparos policiales a dos manifestantes en Mandalay. La junta militar advirtió anoche de que «el camino de la confrontación» supondrá la pérdida de vidas.
«Los manifestantes están ahora incitando a la gente, especialmente a adolescentes y jóvenes emocionales a un camino de confrontación en el que sufrirán la pérdida de la vida», reza el comunicado de los uniformados emitido por la televisión estatal birmana.
Tom Andrews, relator especial de la ONU sobre derechos humanos en Birmania, se mostró preocupado por este mensaje «amenazante» y advirtió a la junta militar en Twitter de que, a diferencia de lo ocurrido durante las sangrientas revueltas de 1988, las acciones de las fuerzas de seguridad están siendo grabadas, por lo que tendrán que asumir su responsabilidad.
Con las dos muertes del sábado son ya tres los fallecidos por la represión policial, tras confirmarse el viernes el deceso de Mya Thwe Thwe Khine, una joven de 20 años que murió de un disparo policial en una protesta, y cuyo funeral se celebró ayer en Naipyidó.
El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre en los que la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Aung Sang Suu Kyi, arrasó, como ya hizo en 2015.