La Marina estadounidense detectó la implosión del sumergible Titán el domingo

El pasado domingo La Marina de Estados Unidos detectó el sonido de una implosión submarina, información que se compartió inmediatamente. Los expertos señalan a posibles daños en la estructura como su causa

RTVC. Declaraciones de Stockton Rush, CEO de OceanGate, Antonio Crucelaegui, director de Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales y Jesús Alarcón, ingeniero naval

Algunos expertos mantienen que la implosión del submarino Titán, desaparecido desde el domingo, cuando se dirigía a explorar la zona en la que se encuentran los restos del Titanic, se produjo el mismo día que perdió la conexión con el exterior, dado que la Marina de Estados Unidos detectó el pasado domingo el sonido de una implosión submarina que probablemente fuera la del sumergible.

Entre las hipótesis que barajan los ingenieros navales destaca la idea de que la embarcación sufría daños en su estructura y no soportó la presión, generando así la implosión que causó la muerte de cinco personas.

Informa: Lorena de Cobos / Patricia Santana

A 500 metros del Titanic

Según la Marina, la información se compartió inmediatamente con las autoridades a cargo de la misión de rescate. La misión decidió continuar con la búsqueda para tratar de salvar las vidas de los cinco tripulantes, recoge The Washington Post.

Este jueves, la Guardia Costera de EE.UU. anunció que los «escombros» encontrados horas antes cerca de la zona donde se hallan los restos del Titanic corresponden a la parte externa del sumergible Titán. El sumergible desapareció desde el domingo con cinco personas a bordo mientras realizaba una expedición para ver las ruinas del famoso transatlántico.

La empresa dueña del sumergible, OceanGate, confirmó el fallecimiento de los tripulantes minutos antes del anuncio de la Guardia Costera.

Cinco personas en el sumergible

En el vehículo viajaban el empresario paquistaní Shahzada Dawood con su hijo Suleman, estudiante de 19 años; el explorador británico Hamish Harding; el explorador francés Paul-Henry Nargeolet y el consejero delegado de la firma OceanGate, Stockton Rush.

El pasado lunes la compañía informó que llevaba desde el domingo sin tener contacto con el sumergible. Desde ese mismo día, la Guardia Costera estadounidense inició una extensa operación de búsqueda con ayuda de Canadá para localizar al aparato.

En la búsqueda participaron efectivos y recursos de EE.UU., Canadá, Francia y el Reino Unido, con aviones, embarcaciones y drones submarinos.

La misión de bajar a ver los restos del barco, hundido en 1912 tras colisionar con un iceberg, tenía que haber durado diez horas. La empresa OceanGate Expeditions era la dueña y operadora del sumergible, empleado para llevar a cabo expediciones en aguas profundas.

En su página web, la compañía ofrece viajes de ocho días y siete noches para visitar los restos del Titanic. El barco se encuentra a unos 3.800 metros de profundidad y los viajes se ofrecen a un precio aproximado de 250.000 dólares.

La Marina de EEUU detectó la implosión del sumergible Titán
El sumergible Titán. Imagen Reuters

Rechazan críticas a la seguridad

El emprendedor Guillermo Söhnlein, cofundador de OceanGate, rechazó algunas críticas sobre la seguridad de la compañía. Söhnlein considera que esas personas no disponen de «toda la información» para poder opinar.

En declaraciones a la emisora británica BBC Radio 4, Söhnlein, estadounidense de origen argentino, que dejó la empresa hace diez años aunque aún posee una participación minoritaria en ella, dijo que aquellos que comentan sobre asuntos relativos a las condiciones de seguridad del sumergible siniestrado Titán no están «totalmente informados».

«Las personas no hacen más que equiparar certificación con seguridad e ignoran los 14 años de desarrollo del sumergible Titán», lamentó.

Según él, «cualquier experto que sopese esto, incluyendo a (el director James) Cameron, también admitirá que no estaban cuando se diseñó el sumergible, durante el proceso de ingeniería del sumergible, durante la construcción del sumergible y, con seguridad, tampoco cuando se llevó a cabo el riguroso programa de pruebas al que se sometió el sumergible».

Söhnlein consideró que lo ocurrido había supuesto «una trágica pérdida para la comunidad de exploración oceánica» si bien apuntó que cualquiera que trabaje en el océano «conoce el riesgo de operar bajo tal presión y sabe que en un momento determinado corre el riesgo de sufrir una implosión de este tipo». 

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