Cabildo y Ayuntamiento de Gáldar supervisan las obras en Hoya Pineda, donde se han invertido 1,8 millones para evitar desprendimientos y mejorar la seguridad vial
El Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Gáldar han visitado este jueves las obras en la carretera GC-220, donde se reconstruyen tres muros deteriorados en el barranco de Farragú. La primera fase terminará entre octubre y noviembre, y la segunda se iniciará en las próximas semanas.
Los muros tienen más de 70 años y presentan un deterioro que ponía en riesgo la seguridad. Las estructuras alcanzan hasta 12 metros de altura y suman 300 metros lineales. El consejero de Obras Públicas y vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, recordó que, al inicio del mandato, detectaron un peligro real de colapso. Una lluvia intensa habría provocado el derrumbe con riesgo para los vehículos.
Una inversión de 1,8 millones de euros
El alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa, destacó que llevaban más de una década reclamando la obra. Subrayó la importancia de mantener la vía abierta en distintos momentos para garantizar el transporte escolar. Sosa se mostró satisfecho por la prevista apertura a finales de mes. Aseguró que los vecinos reciben con confianza el compromiso del Cabildo y el Ayuntamiento.

El proyecto cuenta con una dotación de 1,8 millones para reforzar la GC-220, una carretera estratégica que conecta la GC-2 con Los Pinos de Gáldar. La obra se divide en dos fases. La primera actúa en el kilómetro 3,350, con un muro de mampostería hormigonada de 115 metros y alturas variables.
Durante esta primera fase, el Cabildo habilitó dos ventanas de paso diarias para los vecinos. En unos 20 días prevén abrir un carril con paso intermitente. Los técnicos estudian además ampliar los horarios de paso en fines de semana y momentos sin operarios, tras la petición de los residentes.
Seguridad frente a desprendimientos
La segunda fase contempla la construcción de dos muros de contención en los kilómetros 4,110 y 4,520. Alcanzan entre 10 y 12 metros de altura. Un hallazgo en las excavaciones permitió cambiar el método previsto por una técnica de micropilotes, más segura y menos molesta para el tráfico.
Con la nueva técnica, la GC-220 se mantendrá abierta casi todo el tiempo, evitando el cierre total que suponía el sistema inicial. En los últimos años se habían producido varios desprendimientos en la zona, lo que obligó a limitar el tráfico mediante bolardos para prevenir accidentes.