El artículo, publicado en la revista ‘Frontiers in Marine Science’, analiza la abundancia y estructura de la comunidad de zooplancton durante seis años tras la erupción
Un equipo de investigación del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) de los centros oceanográficos de Canarias y Baleares ha publicado un nuevo trabajo sobre el volcán submarino ‘Tagoro’, en la isla de El Hierro. El estudio demuestra la existencia de diferencias significativas entre la comunidad zooplanctónica ligada a la zona del volcán en comparación con otras áreas cercanas.
El artículo, publicado en la revista ‘Frontiers in Marine Science’, analiza la abundancia y estructura de la comunidad de zooplancton durante seis años tras la erupción. Todo ello, gracias a los datos recabados en nueve campañas oceanográficas.
En estas campañas se realizaron muestreos de alta resolución espacial a lo largo de los conos principales del volcán. También en zonas alejadas de la erupción y alrededor de toda la isla de El Hierro. Esto ha permitido tener una referencia clara sobre la estructura y composición de la comunidad zooplanctónica en las aguas no afectadas por las emisiones.
«Nuestros datos muestran un incremento en la abundancia de zooplancton en aguas afectadas por el volcán Tagoro en los últimos años. Hay una mayor presencia de copépodos no-calanoides y una disminución de la diversidad del total de copépodos. Esto indica que los aportes volcánicos tienen un efecto significativo en estos organismos», señala la investigadora del Centro Oceanográfico de Baleares y autora principal del artículo, María Luz Fernández de Puelles.
Los copépodos son pequeños crustáceos marinos, base animal de la cadena alimentaria, que constituyen el porcentaje más elevado en aguas de mar abierto dentro del zooplancton.
Más de 12.000 especies diferentes
Existen más de 12.000 especies diferentes, la mayoría de vida libre y adaptadas a diferentes estilos de vida, incluso al parasitismo.
Los copépodos carecen de caparazón y la gran mayoría son de cuerpo transparente. Muchos de ellos por poseer en sus cuerpos sustancias fosforescentes.
Entre sus múltiples adaptaciones al medio en el que viven cuentan con apéndices plumosos que en ocasiones pueden llegar a superar hasta cuatro veces el tamaño de su cuerpo.
Durante los primeros meses después de la erupción del volcán ‘Tagoro’, acontecida en octubre de 2011, la abundancia de copépodos disminuyó significativamente.
Sin embargo, en los últimos años del estudio se observó un aumento de la abundancia, especialmente de especie de pequeño tamaño, que mostraron tener una mejor adaptación a las nuevas condiciones del agua.
Así, se encontraron más de catorce grupos de zooplancton diferentes, pero los copépodos fueron dominantes (79%) con 59 géneros y 170 especies identificadas.
A pesar del alto número de especies, menos de 30 presentaron una abundancia mayor al 1%.
‘Oncaea’ y ‘Clausocalanus’ fueron los géneros más abundantes seguidos de ‘Oithona’ y ‘Paracalanus’ (60%) con nueve especies predominantes.
Por otra parte, las investigaciones revelaron que los efectos de las emisiones volcánicas sobre los copépodos tuvieron diferencias estacionales, siendo mucho más evidente en primavera.
Esto pudo ser debido a que la capa de mezcla, parcela de agua bien mezclada que abarca los primeros 50-150 metros de profundidad del océano, se encuentra a más profundidad en primavera que en otoño. Por tanto, las emisiones del volcán pueden alcanzar y atravesar sin problemas esa barrera física invisible.
Experimento natural único
«Analizar la comunidad de zooplancton durante la fase post-eruptiva del volcán representó, sin duda, un experimento natural único.
Permitió a la comunidad científica no solo determinar por primera vez los efectos de la actividad volcánica sobre la comunidad zooplanctónica, sino también su distribución en océano abierto.
Más concretamente, en una de las regiones más especiales del giro subtropical del Atlántico Norte, el archipiélago canario», apunta Eugenio Fraile, investigador científico.
Este estudio establece una línea de base que será fundamental para la gestión eficiente del espacio protegido del ‘Mar de las Calmas’ en futuras investigaciones.
«La riqueza y singularidad faunística del ecosistema pelágico de la isla de El Hierro y su conocimiento son necesarios para la protección de sus recursos, enfatizando la necesidad de profundizar y continuar analizando este singular ecosistema volcánico submarino poco profundo del océano Atlántico Subtropical», señala Fraile.