José Mujica ha muerto a los 89 años tras una larga enfermedad
El expresidente de Uruguay José Mujica, referente político para la izquierda latinoamericana, ha muerto este martes a los 89 años de edad después de que el cáncer de esófago que padecía se extendiera por su cuerpo y de que reconociera en enero que se estaba muriendo.

«Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo», ha indicado el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi.

Referente de la izquierda y el activismo político
Mujica ya anunció en enero que no quería seguir con el tratamiento para el cáncer y pidió que le dejaran morir tranquilo. «El guerrero tiene el derecho a su descanso», dijo en una entrevista en la que reconoció que se había terminado su ciclo «hace rato».
La de José Mujica ha sido una vida de activismo político encumbrada en un mandato presidencial de cinco años marcado por la austeridad y mensajes de solidaridad alejados de las grandes soflamas políticas. Su particular perfil le convirtió en un símbolo que trascendió las fronteras de un pequeño país de apenas 3,4 millones de habitantes.
Mujica, nacido en Montevideo en el año 1935, se inclinó en sus inicios políticos por la vertiente conservadora del Partido Nacional, del que no obstante no tardó en desmarcarse para integrarse en los sesenta en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), una guerrilla tupamara de izquierdas.
Su lucha le llevó a pasar unos 15 años en la cárcel, a merced de la dictadura militar y bajo la amenaza incluso de la ejecución. La llegada de la democracia a Uruguay en 1985 supuso la salida de prisión de Mujica, beneficiado de una amnistía que le llevó a pasar página para dar el salto a la política.
Nueva vida política en Frente Amplio
Lo hizo dentro del partido en el que terminaría militando el resto de su vida, el Frente Amplio, y en el año 1994 logró un escaño en la Cámara de Representantes. Su popularidad fue al alza y una década después, en 2004, se convirtió en el senador más votado de la historia de Uruguay.
Pese a que ya por aquel entonces representaba la veteranía política frente a otras figuras emergentes, el Frente Amplio le designó candidato a la Presidencia en las elecciones de 2009. Se impuso en segunda vuelta y el 1 de marzo del año siguiente tomó posesión para un cargo que no abandonaría hasta 2015.
Un presidente peculiar
Mujica recogió el testigo presidencial en 2005 de manos de su compañero Tabaré Vázquez, pero rápidamente dejó claro que su estilo discursivo y político distaba mucho de ser el común. Se convirtió en un ‘rara avis’ dentro de una América Latina donde gran parte de la izquierda miraba como referente al venezolano Hugo Chávez y a su ‘revolución bolivariana’.
Su animadversión por los protocolos clásicos fue especialmente comentada y se hizo palpable en un día a día en el que intentaba rehuir de coches oficiales y defendía su vida en una pequeña ‘chacra’ (granja) cerca de Montevideo junto a su mujer, Lucía Topolansky, también una activa militante de la izquierda.
Por esta pequeña finca han llegado a desfilar líderes extranjeros y periodistas y desde este símbolo de austeridad defendió iniciativas como la de donar parte de su salario como presidente –al término del mandato, afirmó que había renunciado a más de medio millón de dólares–.
En el terreno político, promulgó la ley de despenalización del aborto vetada por su predecesor, impulsó la legalización del matrimonio igualitario y firmó una reforma pionera para autorizar la producción y la comercialización de la marihuana.
Sus críticos, en cambio, le reprocharon no haber aprovechado las ventajas de un país en crecimiento para consolidar mejoras de servicios básicos como la educación o la salud o para emprender una reforma de calado de un Estado que seguía marcado por la desigualdad.
Para la izquierda regional tampoco ha sido un símbolo político de consenso, como quedó de manifiesto cuando en la recta final de su mandato selló un polémico acuerdo con Estados Unidos para acoger a presos de Guantánamo. No ha escatimado críticas en estos últimos años contra la deriva de países como Venezuela y el gobierno «autoritario» de Nicolás Maduro.
En segunda línea política en su última etapa
La Constitución prohíbe la reelección inmediata del presidente y el vicepresidente, pero Mujica no dejó del todo la política cuando cedió en 2015 el bastón de mando de nuevo a Tabaré Vázquez. Con una alta popularidad dentro y fuera de Uruguay, el ya expresidente regresó al poder legislativo como senador.
Fue elegido para el Senado en dos comicios consecutivos, pero en 2020, a los 85 años, renunció de manera prematura empujado por la pandemia de COVID-19 y por una salud cada vez más precaria. «Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida», alegó entonces.
Nunca se ha ido del todo y su voz ha sido reclamada en numerosas ocasiones en estos últimos años como altavoz de una izquierda dialogante. Los analistas estiman, de hecho, que su apadrinamiento fue clave para la victoria de Yarmandú Orsi en las elecciones presidenciales de 2024.
Sin embargo, Mujica ha sido en su última etapa vital noticia principalmente por su salud. En abril de 2024, anunció que los médicos le habían detectado un tumor en el esófago y en enero de 2025 confesó que el cáncer se había extendido a otros órganos y renunciaba a seguir con los tratamientos: «Hasta acá llegué».