‘Noveleros’ invita a descubrir los hogares más singulares en las Islas

Este martes, el programa entra en algunos de los hogares más curiosos, recónditos e, incluso, rodantes de Canarias

Aunque a simple vista alguno pudiera parecerlo, sus propietarios insisten en que ‘Esta casa no es una ruina’

Vuelve una semana más a la franja de prime time de Televisión Canaria el veterano programa ‘Noveleros‘ con un nuevo episodio titulado «Esta casa no es una ruina». Este martes 18 de noviembre a las 22:30 horas, el espacio presenta una nueva entrega en la que invita a la audiencia a conocer hogares muy curiosos en las Islas que van desde una casa-cueva hasta una autocaravana.

En primer lugar, el equipo de ‘Noveleros’ visita la casa-cueva de Bea y Alejandro, en Porís de Candelaria (La Palma). La compra de la misma, supuso cierta controversia en el matrimonio, pero ahora sus propietarios mantienen que no la dejarían por nada del mundo. Tras 20 años cerrada, su cueva fue rehabilitada por ellos mismos y, ya les decimos, que sus vistas y su comunidad son un auténtico lujo.

Más allá del mobiliario o la decoración, los miembros que viven en una casa determinan cómo es esta y la de José Luis y Ana es sencillamente encantadora. Ellos han creado un hogar para sus cinco hijos lleno de felicidad y de colaboración mutua. A pesar de las dificultades para sacar adelante una familia numerosa, y de sus elevados gastos en alimentación y ropa, han logrado que todo vaya como la seda con la colaboración de todos.

Marusky, era una mujer de capital, de Las Palmas de Gran Canaria, hasta que el amor de Ole, su marido noruego, irrumpió en su vida. Él le propuso dejar la capital y lo dejó todo. Ahora comparten un gran chalet de casi trescientos metros cuadrados a un paso de las dunas.

Pero lo más increíble de esta vivienda unifamiliar es la decoración que nuestra protagonista ha hecho con sus propias manos.

Y Roberto y Eli, viven muy felices en su hogar rodante de 12 metros cuadrados. Una autocaravana que les permite elegir cada día el paisaje donde desayunar, comer o cenar y conocer los lugares más recónditos de nuestras islas. La convivencia entre ellos es envidiable a pesar de compartir un diminuto baño, donde se duchan con el grifo extraíble del lavabo, o un armario muy reducido para guardar toda su ropa.

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