Esta expresión tiene un origen literal. El hecho que le da origen ocurrió en 1963 y desde entonces se ha incorporado al vocabulario popular
«Quemarse a lo bonzo» o simplemente «a lo bonzo» es una expresión que usamos con cierta asiduidad para denotar que alguien hace algo en su propia contra. Sin embargo, el sentido de la frase va más allá de lo metafórico, tiene su origen en un hecho histórico que ocurrió en Vietnam el 11 de junio 1963.

En protesta contra la persecución de los budistas
La palabra bonzo proviene del japonés «坊主» (bōzu), que significa «monje budista». A su vez, «bōzu» tiene un origen chino y está relacionado con la palabra sánscrita «budba» (sabio, iluminado).
Uno de esos monjes era Thich Quang Duc. Este hombre denunciaba que el gobierno de Ngô Đình Diệm trataba mal a los budistas del país. Los católicos eran minoría, pero el presidente les favoreció en el acceso a cargos públicos, ascensos en el ejército y beneficios económicos. La ayuda estadounidense, los contratos estatales y las exenciones tributarias se canalizaban casi exclusivamente hacia sectores católicos. La Iglesia católica, mayor terrateniente del país, quedó al margen de las reformas agrarias, consolidando aún más su poder económico.
En zonas rurales, los privilegios adquirieron tintes más drásticos: algunos católicos estaban exentos de realizar trabajos serviles, mientras sacerdotes dirigían milicias privadas contra comunidades budistas. La tensión alcanzó su punto máximo en el verano de 1963, cuando una serie de protestas masivas se desató tras la muerte de nueve budistas a manos del ejército y la policía durante la festividad de Vesak, que conmemora el nacimiento de Buda.
La chispa que encendió la revuelta fue una medida aparentemente menor: la prohibición de ondear banderas religiosas. Mientras se impedía a los budistas exhibir su estandarte durante Vesak, el régimen permitía la exhibición de la bandera vaticana en honor al aniversario del arzobispo católico Ngo Dinh Thuc, hermano de Diem. La respuesta budista fue inmediata y desafiante. Las protestas, sin embargo, fueron sofocadas a balazos.
Una llamada de atención mortal
Una protesta que podría haber quedado silenciada en la mayor parte del mundo por la distancia y el desconocimiento, se convirtió en una noticia que dio la vuelta al mundo. El monje envió días antes cartas a los periodistas extranjeros que se encontraban en Saigón anunciando que el 11 de junio ocurriría algo en una calle de la capital de Vietnam del Sur, frente a la embajada de Camboya.
Uno de los periodistas que acudió fue Malcolm Browne, que terminó ganando el premio Pulitzer por este gesto.
Lo que se encontraron al llegar los que se guiaron por esta carta fue a más de 300 monjes budistas. En un momento, uno de los bonzos se sentó en el asfalto en la postura del loto. Ayudado por otros monjes se roció con gasolina y se prendió fuego.
Esta autoinmolación de protesta llamó la atención del mundo sobre la situación de los budistas en Vietnam, pero no eliminó el problema. De hecho en agosto se sucedieron matanzas sobre ellos por parte del gobierno.
En una carta que escribió antes de morir, Thích Quảng Đức pidió lo siguiente:
«Antes de cerrar los ojos y dirigirme hacia la figura de Buda, suplico respetuosamente al presidente Ngô Đình Diệm que tenga compasión de los habitantes de la nación y que desarrolle una igualdad religiosa que mantenga la fuerza de la patria para siempre. Llamo a los venerables, reverendos, miembros de la sangha y predicadores budistas para que se organicen y hagan sacrificios con el objetivo de proteger el budismo».
