Hoy se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias. Un día en el que se recalca la necesidad de cuidarlas y también proteger sus hábitats
La contaminación lumínica es uno de los principales problemas a los que se enfrentan las aves en su época de migración. Este año la organización SOE/Birdlife ponen el foco en este problema con motivo del Día Mundial de las Aves Migratorias.
Naciones Unidas celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias. Lo hace a través de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS) y su Acuerdo para las Aves Acuáticas Migratorias de África y Eurasia (AEWA), junto con la organización Medio Ambiente para las Américas (EFTA).
Según estos organismos, la cantidad de luz artificial en la superficie terrestre aumenta al menos un dos por ciento cada año y podría ser mucho mayor. Más del 80% de la población mundial vive bajo un “cielo iluminado”, una cifra más cercana al 99% en Europa y América del Norte.
La luz artificial altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas. También modifica el entorno natural de manera espectacular, y produce impactos en los animales salvajes, incluidas muchas especies de aves migratorias, que ven alterado su comportamiento: la migración, la búsqueda de alimento, la comunicación vocal, los niveles de actividad y los gastos energéticos.
Las aves migratorias que viajan de noche están especialmente expuestas a las luces que las atraen y desorientan -particularmente cuando hay nubes bajas, niebla o lluvia y vuelan a altitudes más bajas-. Esto puede provocar que acaben dando vueltas por las zonas iluminadas, agotando sus reservas de energía y provocando que colisionen o sean depredadas. Cada año, la contaminación lumínica contribuye a la muerte de millones de aves por choques con edificios y otras construcciones.
Especies extinguidas
Doce taxones (categorías biológicas) de aves presentes en España hasta algún momento de los últimos 500 años se consideran desaparecidos. Incluso cuatro de ellos extintos por completo, mientras que ocho están desaparecidos completamente de alguna región, según el último Libro Rojo de las Aves de España publicado por SEO/BirdLife.
De ellos, cuatro están catalogados como ‘Extinto’ (EX) puesto que no queda duda razonable de que el último individuo ha muerto; y los ocho restantes se clasifican como ‘Regionalmente Extinto’ (RE), ya que su población regular ha desaparecido completamente de una región, pero aún subsiste en otras.
Entre los principales motivos para la extinción figuran la alteración y la destrucción del hábitat. Entre las causas están la agricultura intensiva, el uso de productos agroganaderos tóxicos, la urbanización y la creciente presión demográfica, según la ong conservacionista.
Estas son las doce especies desaparecidas en España que conviene recordar con motivo del Día Mundial de las Aves Migratorias, que se celebra este sábado 14 de mayo.
Avex extintas (EX)
1. Ostrero negro canario (Haematopus meadewaldoi)
Habitaba en las costas arenosas y pedregosas de las Islas Canarias orientales, desde 1820, año en que figura la primera mención escrita sobre un ejemplar en La Graciosa, hasta 1913. En esta fecha es cuando se tiene constancia del abatimiento del último ostrero negro canario en esta misma isla.
2. Terrera marismeña, subespecie rufescens (Alaudala rufescens rufescens)
Fue un ave común en la isla de Tenerife, y bien distribuida, hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando comenzó a constatarse su declive poblacional.
Se fragmentó la distribución entre el entorno de La Laguna (nordeste), donde los censos de parejas reproductoras cayeron un 92% entre 1992 y 2002, hasta desaparecer por completo en 2003; y la mitad meridional, donde descendieron un 59,1% y cuyos últimos ejemplares se observaron en 2007.
3. Mosquitero canario, subespecie exsul (Phylloscospus canariensis exsul)
Los primeros ejemplares datan de 1903 en Lanzarote (aunque no se descarta que también hubiera habitado en Fuerteventura). Su distribución debía estar ya muy restringida cuando fue descubierto, limitándose a las manchas más pobladas de matorral de las zonas altas del valle de Haría.
Aunque algunos registros lo sitúan en décadas de los 70 y 80, no se descarta que pudiera tratarse de confusiones con el mosquitero común.
4. Tarabilla canaria, subespecie murielae (Saxicola dacotiae murielae)
Es el taxón más efímero de la fauna canaria, que habitó en los islotes del archipiélago Chinijo (Lanzarote): en los islotes de Montaña Clara, donde se descubrió en 1913; y en Alegranza, donde fue después muy abundante. Su desaparición se estima ocurrió a mediados del siglo XX.
Aves regionalmente extintas (RE)
5. Ánsar campestre (Anser fabalis)
Ave que cría en la tundra europea y del noroeste de Siberia y que debió de tener una población invernante muy numerosa en la mitad norte de España. Se concentran en la cuenca del Duero, el Bajo Aragón y norte de Toledo.Su declive en España se aceleró entre finales de los años 60 y comienzos de los 2000.
6. Ibis eremita (Geronticus eremita)
Originalmente de distribución circunmediterránea, el Ibis eremita estuvo presente en países del arco alpino y yacimientos paleontológicos de la Península Ibérica. Se estima que desapareció en Europa en el siglo XVII, aunque en España aún existen programas de reintroducción.
7. Grulla damisela (Grus virgo)
Existen registros subfósiles de esta grulla desde el año 3600 a.C., referenciada en ilustraciones desde el siglo XIII y con constancia de sendos ejemplares capturados en Mallorca el siglo XVIII, en humedales andaluces en el siglo XIX y en zonas de Badajoz a principios del XX. También la existencia de pequeños núcleos reproductores aislados en el Magreb, extinguidos a lo largo del siglo XX, parecen indicar su presencia en España hasta tiempos no muy lejanos.
Se han homologado observaciones recientes de grulla damisela en España, aunque por el momento no se descarta que se trate de aves escapadas de cautividad.
8. Grulla común (Grus grus)
Este taxón existió como ave reproductora en España entre finales del siglo XIX y mediados del XX, y tuvo tres núcleos de cría en las marismas de Doñana (Huelva), la laguna La Janda (Cádiz) y la laguna de La Nava (Palencia). Aunque dejó de reproducirse en nuestro país hacia los años cincuenta, aún a día de hoy siguen llegando grandes contingentes de grullas durante el invierno.
9. Torillo andaluz (Turnix sylvaticus)
Ocupaba zonas del Mediterráneo occidental hasta que en el siglo XX sufrió una dramática reducción. En España, la población estaba restringida a Andalucía y los últimos ejemplares, arrinconados en Doñana, datan de 1981.En la actualidad subsiste tan sólo en Marruecos y en Argelia.
10. Zarapito fino (Numenius tenuirostris)
Esta especie migratoria de larga distancia – que se desplazaba desde sus cuarteles de cría siberianos hasta sus zonas de invernada en el norte de África y Oriente Medio – fue escasa pero regular en España en época de paso y en invierno. Fue localizado en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX en la ría de Arosa, Gallocanta, Fuentedepiedra, río Guadalhorce, albufera de Valencia y Doñana.
Otras citas más recientes lo sitúan entre los años 60 y principios de los 90 en Doñana, Costa Brava, Lanzarote, Mallorca y Trafalgar, aunque sin homologación ni testimonios gráficos.
11. Halcón borní (Falco biarmicus)
Tratados de cetrería de la baja Edad Media y Edad Moderna describieron dos variedades: el feldeggi, que criaba en la franja septentrional de España, el sur de Francia y centro de Europa; y el erlangeri, del norte de África, que persistió hasta finales del siglo XIX en el sur de la península, en las marismas del Guadalquivir.
Otras menciones indican la presencia de la especie hasta bien entrado el siglo XX en diferentes áreas del litoral mediterráneo, e incluso en la actualidad, España recibe ejemplares ocasionales, no reproductores.
12. Grévol común (Tetrastes bonasia)
Presente en los Pirineos catalán y francés desde finales del siglo XVIII (donde aún se realizan programas de reintroducción), el grévol común volvió a registrarse intermitentemente en 1960 tras llevar décadas desaparecido. Culminó con un último hallazgo en 1992, en la localidad francesa de Couledoux. No se descarta que el grévol común pudiera mantener algún resto vestigial de su antigua población, por lo que se señala con un interrogante a continuación de la categoría (Regionalmente Extinto?).