El voluntariado renueva su compromiso tras dos años marcados por la mercantilización de la pobreza y las dificultades para dar respuesta a las personas más vulnerables en Canarias
El deterioro generalizado de los factores de protección social y la mercantilización de la vivienda han acentuado la cronificación de la pobreza en Canarias, según ha concluido Cáritas Diocesana de Canarias tras analizar el trabajo que han llevado a cabo desde 2023 a 2025.

En un contexto de complejidad para Cáritas en el que la sostenibilidad es uno de los mayores retos para garantizar la respuesta a realidades más complejas, el voluntariado renueva su firme compromiso de servir a las personas más vulnerables.
Las personas voluntarias de Cáritas analizaron los últimos dos años de acción de la Organización en la provincia de Las Palmas durante la Asamblea Diocesana celebrada el pasado fin de semana en el colegio Claret de Tamaraceite.
El periodo 2023-2025 ha estado marcado por un deterioro generalizado de los factores de protección social y la mercantilización de la vivienda que ha acentuado la cronificación de la pobreza en Canarias.

Voluntarios y retos
En un asamblea celebrada en Las Palmas de Gran Canaria, sus voluntarios de Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa han marcado los retos a alcanzar ante la perspectiva de la intensificación de la exclusión social y los desafíos a los que se enfrentan, ha informado la organización este lunes en un comunicado.
Estos desafíos se derivan de la crisis habitacional, el deterioro de la salud física y mental, las dificultades en el ámbito educativo, la compleja realidad migratoria y la inestabilidad de la financiación pública, que obligan a Cáritas Diocesana de Canarias a intervenciones más costosas y de mayor especialización.

Análisis en cinco pilares básicos
El análisis del contexto social presentado en la asamblea se estructuró en cinco pilares basados en el II Plan Estratégico y complementado con un análisis de la sostenibilidad de la Institución. Esta reflexión busca mejorar la eficiencia, la incidencia social y la sostenibilidad de Cáritas desde los desafíos sociales identificados:
- La crisis habitacional y exclusión residencial, con un encarecimiento del alquiler y escasez de alternativas asequibles, convirtiendo la vivienda en el principal gasto familiar.
- El deterioro de la salud física y mental de las personas acompañadas, agravado por el difícil acceso a servicios sanitarios y la escasez de recursos adecuados para problemáticas no diagnosticadas.
- Las dificultades en el ámbito educativo para menores y jóvenes que requieren apoyo en material escolar y refuerzo educativo.
- Una compleja realidad migratoria, con un 54% de los hogares acompañados de origen migrante, y más de la mitad (56%) en situación administrativa irregular, lo que limita su acceso a derechos y la protección social pública.
- La inestabilidad de la financiación pública, caracterizada por la lentitud en los procedimientos de convocatorias/resoluciones, y demoras en la recepción de fondos, generando incertidumbre y obligando a Cáritas a buscar alternativas con costes financieros elevados.


Reivindicaciones desde Cáritas
En este sentido, como consecuencia de este panorama, “Cáritas se ha visto obligada a redefinir sus criterios de acceso a las ayudas para priorizar a las personas en situación de exclusión social más severa”, aseveró el director de la Institución, Gonzalo Marrero. Esto implica intervenciones más complejas y costosas, lo que ha generado la necesidad de una mayor especialización del voluntariado.
Entre los retos para el futuro se han establecido reivindicar el acceso a una vivienda digna, incidir en políticas públicas que la garanticen, fortalecer la sostenibilidad de las ayudas básicas mediante la captación de nuevos recursos, reducir la brecha educativa y fortalecer el acompañamiento integral, incluyendo apoyo psicológico.
Además, se propone la unificación de criterios de acogida y la formación en la detección de problemáticas complejas.