Una jueza que humaniza la justicia

La magistrada sustituta de Barcelona, Isabel Giménez, se ha hecho conocida por la carta que dirigió a una menor víctima de violencia de género en la que explicó la retirada de las visitas a su padre.

La jueza Isabel Giménez emitió hace varias semanas una sentencia que ha humanizado la justicia. En el fallo retiró el régimen de visitas a un padre maltratador y además le impide acercarse a la menor. Lo novedoso de este caso es que la jueza ha adjuntado a la resolución una carta en la que se dirige a la menor en un lenguaje adaptado a su edad para explicarle su decisión y darle tranquilidad.

La magistrada, invitada de esta semana en la sección de igualdad de Buenos Días Canarias, da un paso fundamental en la adopción de la necesaria perspectiva de infancia en casos como el que se juzgaba, en el que no hay condena pero sí indicios suficientes y pruebas periciales que avalaban que la niña había presenciado el maltrato hacia su madre y que incluso ella misma también lo había sufrido.

En la entrevista, la magistrada reconoce su sorpresa por el impacto social que ha tenido su resolución judicial. Afirma que se dirigió a la niña de forma expresa porque considera que es necesario reflejar también «que los jueces y juezas también son seres humanos que pueden mostrar empatía y preocupación por las personas que acuden a los juzgados».

Asegura que fue una compañera que ejerce en Canarias, Gloria Poyatos, de la Asociación de Mujeres Juezas, la que le habló de una técnica de Colombia que utilizaba este método para dirigirse a menores y explicar las sentencias.

En este caso insiste en que había antecedentes de violencia que se tienen que tener en cuenta, haya o no una sentencia. Asegura que es importante que la ley marque un camino y que se valoren las situaciones de riesgo y pide que se creen más tribunales de infancia como el piloto que se ha creado en el Archipiélago.

La jueza reconoce que a la sociedad en general le cuesta aceptar que un progenitor puede hacer daño a su hijo o su hija. Insiste en que es fundamental la formación sobre violencia vicaria y que se ponga en el centro a los niños y niñas. La carta, reconoce, puede ayudar también en la necesaria reparación a las víctimas.

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