La final más larga de la historia del torneo se saldó con el quinto Grand Slam del tenista español Carlos Alcaraz

El tenista Carlos Alcaraz mantuvo a buen recaudo su fortín de Roland Garros, donde sumó su quinto Grand Slam tras levantar tres bolas de partido y derrotar en cinco sets al italiano Jannik Sinner, número 1 del mundo, 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), en 5 horas y 29 minutos, la final más larga de la historia del torneo.
Alcaraz se convierte en el primer tenista nacido en el siglo XXI que levanta 20 trofeos y en el tercero más joven que alcanza la cifra de cinco grandes. Solo superado por el sueco Bjorn Borg, que lo hizo con 21, y su compatriota Rafa Nadal, que tenía solo un día menos que Alcaraz.
La capacidad de resistencia de Carlitos pudo con la contundencia del italiano, que se había plantado en la final sin perder un set, que tuvo todo a favor. Aunque, no fue capaz de rematar al español, que se aferra a una pista tras la huella de Nadal que emerge de la Philippe Chatrier.
Nunca antes había ganado Alcaraz un partido tras perder los dos primeros sets y solo dos veces un campeón de Grand Slam levantaba la copa tras sobrevivir a bolas de partido, el argentino Gastón Gaudio en Roland Garros de 2004 contra su compatriota Guillermo Coria y el serbio Novak Djokovic en el Wimbledon de 2019 contra Roger Federer.

La final
A falta de calidad, la final fue de una épica sublime, de una emoción a prueba de infartos, hizo vibrar al público y despertó todas las emociones.
Alcaraz se sobrepuso a todo, a un número 1 del mundo en la plenitud de su forma que encadenaba 20 victorias en Grand Slam. Este le tuvo contra las cuerdas, dos sets arriba y tres bolas de partido, pero acabó desgastado, fundido ante la capacidad de resistir de su rival.
El español eleva a cinco las victorias consecutivas ante Sinner, que solo encuentra en Alcaraz un rival a su altura. Es la segunda vez que le gana esta temporada.
Pero también había sido el único que le había derrotado el año pasado después de que iniciara una racha victoriosa en el torneo de Cincinatti.
Alcaraz le ha tomado la medida. Le venció en cinco sets el año pasado en semifinales y volvió a fundirlo en una final antológica, la primera que pierde el italiano en un Grand Slam.
Nervios
Desde el inicio los nervios pudieron más que la calidad y ahí Sinner se condujo mejor. Se asentaba en la solidez de su tenis para paliar que el servicio no le estaba funcionando. Suficiente para ganar el primer set a un Alcaraz impreciso, que multiplicaba los errores y permitía al italiano ganar el primer set.
Encadenó cinco juegos consecutivos y se frotaba las manos con el 3-0, pero llegó la respuesta del campeón. Recuperó su potencia, mejoró su servicio y obligó a Sinner a colocarse a la defensiva. Del 4-1 se pasó al empate a 5 y pudo ser peor por el italiano si no llega a ser porque en ese momento comenzaron a entrarle los primeros servicios.
El italiano no se amilanó, elevó el nivel para contrarrestar la recuperación del español y en el juego de desempate se apuntó el 2-0 en la segunda bola de set.

El desafío de Alcaraz
Alcaraz estaba ante el desafío de su vida. Acostumbrado a bregar en aguas turbulentas, el reto era superlativo. Nunca antes en su carrera había conseguido levantar dos sets en contra y hacerlo contra el número 1 del mundo en el mejor momento de su carrera no facilitaba las cosas.
Dejó escapar su servicio a las primeras de cambio en el tercer acto, la fosa que le separaba de la gloria era inmensa y su tenis se liberó. La final comenzaba a tomar tintes épicos.
Cuatro juegos consecutivos del español para llevar la duda a la mente de un Sinner que cedió finalmente el cuarto set.
El primero que perdía en el torneo, con lo que rompía una racha de 31 en Grand Slam, que comenzó en octavos de final del Abierto de Australia contra el danés Holger Rune.
Presión
Tres horas de juego y las armas estaban en todo lo alto. Alcaraz caminaba por el filo de la navaja, sin margen de error, pero el italiano entraba también en un terreno ignoto. Desde su vuelta a las pistas nadie le había exigido tanto y su aguante físico era una incógnita.
Alcaraz tenía comprobada su fortaleza con nueve victorias en maratones de cuatro horas, pero Sinner nunca había ganado un partido por encima de ese umbral. Todo el trabajo atlético que ha hecho el transalpino estos últimos meses quedaba a examen.
Ante esa amenaza aceleró el italiano, elevó la presión contra el español que aguantó bien el envite durante seis juegos, pero cedió al séptimo. Sinner veía cerca la meta y con servicio de Alcaraz se colocó 0-40. Tres bolas para destronar al campeón. Y las tres las levantó el español.
La gloria española
Aún tenía que arrebatar el saque del italiano, pero la comunión con la Phlippe Chatrier efectuó su magia cuando se cumplían las 3 horas y 50 minutos.
Alcaraz recuperó su genio, ante el regocijo de Spike Lee o Dustin Hoffman, entusiasmados con la gesta del español, que encadenó cuatro juegos consecutivos para forzar otro desempate en el que estuvo excelso camino del quinto acto, como el año pasado ante Zverev, al ritmo de ‘Sweet Caroline’ de Neil Diamond.
Sinner se frotaba los ojos, incrédulo ante lo que sucedía y el español se colocó 2-0, una renta que llevó hasta que con el 5-4 servía para el título.
Pero el guion de la final estaba escrito en el lenguaje más enrevesado y al italiano le quedaba oxígeno para seguir persiguiendo el título.
Por encima de las 5 horas les quedaban todavía golpes magistrales para llevar el choque a un ‘superdesempate’ en el que, camino de las 5 horas y media de tensión y épica, la raqueta de Alcaraz escupió golpes magistrales camino de la gloria.
