El hábito de rellenar botellas de plástico de un solo uso puede parecer práctico, pero encierra riesgos para la salud y el medioambiente, especialmente en verano
Aunque rellenar botellas de agua es común, los plásticos desechables no están diseñados para un uso prolongado. El material acumula bacterias con rapidez, sobre todo con calor. Las altas temperaturas favorecen la proliferación de microorganismos que encuentran en las paredes húmedas un espacio ideal para crecer. Esto puede provocar molestias digestivas y otros problemas si el agua no se consume pronto.
El roce, los golpes y el simple paso del tiempo deterioran el material y liberan microplásticos. Estos fragmentos, invisibles a simple vista, terminan en el agua. Beber líquidos con partículas plásticas se asocia a efectos adversos en el organismo, aunque los estudios aún analizan su impacto a largo plazo.
El calor agrava el problema
Dejar la botella al sol, en la playa o en el coche, aumenta el riesgo de liberación de compuestos químicos. Entre ellos se encuentra el antimonio, presente en la fabricación del plástico. En dosis altas puede resultar nocivo para la salud, según advierten organismos sanitarios internacionales.

Alternativas más seguras y sostenibles
Los expertos recomiendan utilizar botellas reutilizables de acero inoxidable o vidrio, que no liberan sustancias dañinas ni retienen olores. Además, permiten mantener el agua fresca durante más tiempo. En caso de usar botellas de plástico, lo aconsejable es limitar su vida útil a un solo uso y reciclarlas después, evitando así tanto riesgos de salud como impactos ambientales.
Reutilizar botellas desechables puede parecer un acto de ahorro o comodidad, pero la realidad es que expone al cuerpo a bacterias, microplásticos y sustancias químicas. En épocas de calor, esos peligros se multiplican. Apostar por alternativas duraderas no solo protege la salud, también contribuye a reducir residuos y cuidar el entorno.