‘MADRE’ reivindica el legado de Enriqueta Romero, la matriarca de La Graciosa

La serie documental finaliza su primera temporada en Televisión Canaria rememorando el legado de lucha y sacrificio de Enriqueta Romero

Ganadera desde los siete años, fue también mariscadora, pescadora y emprendedora. Pese a las dificultades, siempre sacó adelante a su familia y conservó intacto el amor por su isla

Este jueves, 7 de agosto, a las 21:30 horas, ‘MADRE’ pone el broche final de su primera temporada en Televisión Canaria con una historia que que se adentra en el corazón La Graciosa, cuna y hogar de Enriqueta Romero, mujer «hecha de acero inoxidable» y profundamente enamorada de su tierra natal.

Símbolo de resiliencia, esfuerzo y voluntad, esta matriarca se convirtió en el pilar de su familia, a la que no faltó nunca un plato de comida sobre la mesa, incluso a costa del afecto cotidiano. Fue el primer eslabón en una cadena de apoyo mutua y superación que mantuvo unidas a familia, amistades y vecindario.

Esfuerzo, sacrificio y amor

La presentadora Alicia Suárez, junto al equipo del programa, viaja esta semana hasta La Graciosa para conversar con Enriqueta y explorar los momentos clave de su infancia y juventud. Nunca asistió a la escuela como sus amigas y vecinas, debido a la prohibición paterna. A los siete años ya cuidaba siete cabras, y a los catorce se hacía cargo de doscientas. Un capítulo de su vida cargado de sacrificios y dificultades, que rememorará en el último programa de la temporada de ‘MADRE’.

Acompañan a su testimonio, imágenes originales de la vida cotidiana en la isla habitada más pequeña del archipiélago, en una época en la que las comunicaciones eran más que rudimentarias. Uno de sus recuerdos más ilustrativos del cambio de época es el de los arduos viajes a Lanzarote atravesando el Risco de Famara, una hazaña de 400 metros de altura que subía y bajaba cargada de mercancías, incluso embarazada, y siempre descalza llegar a los pueblos con los zapatos impolutos.

Un ejemplo de lucha incansable

Mariscadora, pescadora y trabajadora incansable en su bar, Enriqueta asumió el reto de sacar adelante a su familia, los animales y el restaurante incluso cuando su marido enfermó, todo ella sola. «Pero un plato de comida nunca les faltó», afirma en el programa con la mirada satisfecha.

Levantó de la nada una pensión de apenas seis habitaciones con la ayuda de toda su familia y cocinaba para los suyos y para los visitantes de la isla con la misma generosidad. A pesar de no haber podido ir a la escuela, su ingenio y su determinación la llevaron a aprender a sumar a su manera y a dar a sus hijos la educación que ella no pudo disfrutar.

Quien nunca pudo celebrar un cumpleaños por falta de recursos, es hoy la primera en sumarse a cualquier celebración, disfrutando pcada segundo de una vida construida con sacrificio.

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