Estas se encargan de la custodia y el mantenimiento de los trajes, mantos y accesorios de la patrona y del ritual de vestirla
Las «camareras de la Virgen» son mujeres que custodian con devoción una de las tradiciones con mayor valor patrimonial de Canarias: la Bajada de la Virgen de los Reyes en El Hierro. Figuras esenciales para este evento, actualmente existen tres, una por cada municipio de la isla.

El labor de estas personas es la custodia y el mantenimiento de los trajes, mantos y accesorios de la patrona y del ritual de vestirla, tanto en los templos como en sus traslados. Marianela Zamora (Valverde), Nicolasa Armas (La Frontera) y Tibiabín Padrón (El Pinar) son las actuales camareras de esta festividad.

Amor y devoción
Ser camarera es «un honor que pocas herreñas han vivido», y las afortunadas lo describen como un acto de amor y devoción. Así lo confirmó Marianela Zamora, quien lleva 40 años dedicándose a adecentar la imagen en determinados momentos del año, pero, especialmente, con motivo de La Bajada.
«Es una responsabilidad, un trabajo que requiere mucho cariño y fe», aseguró Marianela. La camarera veterana explicó que no hay un protocolo para vestir a la Virgen: «No hay una razón concreta, es decisión de las tres, pensando en lo mejor para Ella y evitando repeticiones de colores».
La Virgen tiene alrededor de 20 mantos y 15 trajes en su ropero. No siempre se combinan, y cada uno tiene su historia. El manto más reciente se donó el pasado 24 de mayo, proveniente de un taller sevillano.
«Me gustan los colores pastel, claros, el celeste, el beige* por su tez blanca. No me gusta cargarla de joyas. Que vaya combinada, pero con sencillez«, añadió la camarera sobre los criterios estéticos de los atuendos que se han ido concretando con el paso del tiempo.
Criterios estéticos
Durante cada año, la Virgen cambia de vestuario coincidiendo con sus principales efemérides y durante el verano, cuando el Santuario recibe más visitas. Pero, cada cuatro años, en la celebración de la Bajada, el papel de las camareras cobra mayor importancia que nunca.
«En la Fiesta Real se le colocan los mantos más antiguos y grandes, como el azul, y cuando está en el corso, durante sus traslados, los pequeños, para aligerar el peso, al tiempo de recolocamos las prendas o el propio manto conforme avanza el Camino«, explica Marianela.
En cuanto al mantenimiento, estos atuendos son difíciles de lavar. «Se sacan planchados desde la Iglesia en Valverde, y, en La Dehesa, tenemos una plancha para retocarlos si hace falta», asegura Zamora. Vestir a la Virgen no es solo cuestión de estética, sino de alma, tradición, cariño y respeto.
Además, los peregrinos demuestran su admiración a la Virgen de Los Reyes con ofrendas, desde joyas hasta mantos, o incluso, como dato curioso, un balón de fútbol o unos tacones de boda.
De lo antiguo a lo moderno
Nicolasa Armas, camarera por La Frontera, también habla con orgullo y emoción sobre este compromiso que lleva desempeñando durante 19 años. Además, ha confeccionado numerosos trajes y mantos que hoy forman parte del vestuario de la Virgen.
«A mis nietas les gusta ver los trajes y mantos que le hago y me preguntan acerca de la Virgen y mi relación con Ella», cuenta emocionada. «Estoy muy orgullosa. Para mí, la Virgen es protectora. Los herreños sentimos algo increíble por ella», expresa con ternura.
Como parte de una promesa personal, Nicolasa pasa cada año 15 o 20 días en el Santuario. En ese tiempo, su marido, hijos y nietos le ayudan a preparar todo lo necesario para su estancia.
Tibiabín Padrón es la camarera de El Pinar y lleva una década dedicada a la Patrona, un papel que le ofrecieron con tan solo 30 años, rompiendo con la idea de que esta responsabilidad está reservada a mujeres de mayor edad.
«La gente tiene en mente que las camareras suelen ser señoras de edad avanzada. Yo participaba mucho en la parroquia, daba catequesis y me lo plantearon. Al principio no me lo podía creer, pero no lo dudé, era una oportunidad maravillosa. Un sueño, un honor, no puedo explicarlo», confesó.
Sobre la posibilidad de que su juventud haya aportado algo nuevo a esta responsabilidad, reflexiona con humildad, afirmando que «en cierto modo sí, pero cada una tiene su estilo y su manera de ver las cosas. Creo que lo antiguo y lo moderno se compaginan«.