Rita Rodríguez es trabajadora autónoma, una vez al mes ofrece en la biblioteca de Arucas, Gran Canaria, un taller de jardinería combinado con lectura a los niños del municipio. Cuando se decretó el estado de alarma, como muchos otros, se vio obligada a parar su actividad. Encerrada en su casa del barrio de Las Chorreras/Arucas), junto a su perra, comenzó a grabar con su teléfono móvil cuentos infantiles y a hacérselos llegar a unos 8 niños, vía whatssap, para que sus padres se los pusieran en casa y así escucharlos todos en familia.
Su vecino Paul, también autónomo y dedicado a organizar excursiones familiares, comparte con su grupito de padres y madres los audiocuentos de Rita, y estos a su vez con sus contactos. De esta manera, las grabaciones de esta jardinera se han convertido en un regalo diario para decenas de familias.
“Yo no soy narradora de cuentos, soy jardinera”, enfatiza Rita, pero las circunstancias del momento la han empujado a llenar su tiempo, y el tiempo de los demás, con historias que encandilan a los más pequeños de la casa, como Pulgarcito, Coco y La Luna o La Cebra Camila. “A mí me gustan mucho los libros con historias cortitas”, explica Rita, quien narra cada palabra con intensidad, metiéndose en cada personaje: “pongo voz a todos los personajes”, dándole un toque de autenticidad a cada uno de los audiocuentos que graba y comparte. “Si me equivoco continúo, porque así es el directo y pienso también que los niños cuando se sientan a leer no lo hacen perfecto y así se pueden dar cuenta de que nadie es perfecto y todos nos podemos equivocar”, cuenta Rita.
Todos los libros infantiles físicos que tiene en su casa ya los ha leído, por lo que ahora toca ingeniárselas para seguir haciendo llegar audio historias a los benjamines de la casa.